Para quien no me conozca, soy Xus González y llevo prácticamente toda mi carrera policial, 18 años hasta el día de hoy, como policía judicial en el cuerpo de Mossos d’Esquadra. Y, como muestra de buenas intenciones, ahí va un secreto:
Y ahí va otro secreto:
En alguna ocasión, muy raramente pero sí en alguna ocasión, el policía que suelta esa frasecita no lo dice de coña. Qué va. Lo siente en lo más hondo de su corazón. Porque está convencido de que, si quisiera, podría hacer lo mismo e incluso mejor. Conoce las reglas y conoce los medios para saltárselas. Conoce las carencias del sistema y también conoce el modo de aprovecharse de ellas.
Por suerte, ese tipo de policías son una excepción. A la inmensa mayoría no les entra en la cabeza cómo alguien puede jugarse la libertad, el respeto de familiares y amigos, la dignidad y el prestigio profesional por algo así. Pero los hay que sí. Y tanto da su motivación inicial para dar el paso al otro bando, ya sea por necesidad o pura codicia. Da igual. El caso es que, una vez traspasan esa línea, jamás podrán volver atrás. Por mucho que se empeñen. Por mucho que se engañen.
Ese es el germen de mi nueva novela: Un trabajo limpio. Ese y el tráfico de marihuana, donde hay tema para rato.
Por cierto, cuando veo por la televisión la noticia de que algún cuerpo policial ha desarticulado un grupo o una organización criminal dedicada al tráfico de marihuana, que se han incautado dos mil, tres mil, cinco mil o diez mil plantas, ¿sabéis en lo primero que pienso yo? Pues en todos esos policías que se han pasado horas y más horas cortando plantas, embolsándolas, metiéndolas en cajas, cargándolas de un lado para otro, con la ropa, la piel y el pelo apestando a maría. Y pienso en ello porque es algo que yo llevo años haciendo, ya sea en dispositivos llevados a cabo por mi unidad o por otras, y que he sufrido como el que más. Te pasas meses investigando durante múltiples jornadas de seguimientos y vigilancias, de pinchazos telefónicos, de instrucción de diligencias, de búsqueda de indicios para encerrar del primero al último de los miembros de aquel grupo criminal, y el día en que se explota el caso, con las detenciones de los investigados, acabas deslomado, con el tufo a maría incrustado en la nariz, loco por darte una ducha.
¿Alguien había pensado en eso? No, ¿verdad? Bueno, no pasa nada, porque es normal. Ese tipo de cosas no salen habitualmente en las novelas. Bueno, en las mías sí.
Hay a quien le sorprende mi forma de describir el día a día policial. Les choca que mis personajes no sean policías perfectos, entregados a su trabajo las veinticuatro horas del día, encantados de lo que hacen sin poner nada en duda. Pero para mí eso no existe, porque sé que no existe. Los policías de verdad no somos Robocops. Ni lavadoras. Nos preocupa la conciliación familiar, los jefes tiranos, los agentes pelotas, el estado de los vehículos y el material de dotación, estar en boca de todos continuamente y tantas y tantas cosas que se me acabaría el tiempo y el espacio.
Mi intención siempre que escribo es buscar el realismo, que no está reñido con el ritmo, los giros sorprendentes, la emoción y el entretenimiento. Y que el lector tenga la sensación de que lo que allí se narra puede haber ocurrido en algún momento del pasado o suceder mañana mismo.
——————————
Autor: Xus González. Título: Un trabajo limpio. Editorial: Reservoir Books. Venta: Todostuslibros.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: