Más allá de lo evidente, de las heridas expuestas y de la sangre, uno de los desafíos más extraordinarios a los que puede enfrentarse el ser humano es identificar y combatir la violencia. Existe una violencia colectiva y política capaz de contaminar la intimidad de nuestro pensamiento, privándolo de autonomía. Como acertadamente comentó Hanna Arendt, «La violencia puede destruir el poder, pero es totalmente incapaz de crearlo». No obstante, en nuestro interior reside un territorio fortuito y común, en apariencia trivial, pero a la vez conectado con las vicisitudes del mundo y esa forma majestuosa de edificar belleza y sumergirla después en un abismo de planicies inalcanzables, en el que muy pocos logran la redención. El poema La carretilla roja de William Carlos Williams lo plasmó magistralmente:
Tanto depende
de
una carretilla
roja
barnizada por agua
de lluvia
al lado
de las gallinas blancas.
Un gesto cotidiano y necesario, tan mundano como el movimiento de una hoja, puede albergar una intensidad de violencia considerable, sobre todo cuando ese leve desplazamiento, o la palabra que alberga en sí misma un estado de consciencia, desaparecen, huyen sin relevo de ese esquema cognitivo que nos mantiene indemnes. Violenta es la palabra en su simplicidad, pero también el empeño de quien anhela recuperarla, de quien se lanza hacia su sombra como una criatura hambrienta, como un humano despojado de los numerosos atavismos que alguna vez consideró inmortales.
Jon McGregor (Bermudas, 1976) ha evidenciado a lo largo de su trayectoria una extraordinaria habilidad para examinar las múltiples capas que engloban la vida cotidiana, arrojando luz en las numerosas cavidades, a veces infinitas, que definen la causalidad compleja de las sociedades contemporáneas. Su primera novela, Si Nadia habla de cosas asombrosas, emergió como un compromiso con lo efímero y lo ordinario como un vasto terreno de análisis, como escenario para desplegar no solo sus aspiraciones literarias, sino también las complejas herramientas que pueden desnudar la banalidad. La palabra para rojo (Libros del Asteroide, 2022) es la prueba de que la épica, concebida como el motor de las grandiosas historias, demanda un alto grado de contemplación, un recorrido reflexivo por las capas profundamente arraigadas bajo la violencia más explícita.
La más reciente obra de Jon McGregor relata la historia de Robert Wright, un experimentado guía de expediciones en la Antártida que, tras una violenta tormenta, sufre un derrame cerebral que lo incapacita. Su arribo a casa junto a Anna, su esposa, marca el comienzo de una aventura plagada de maldiciones y resentimiento, de esfuerzo por recuperar lo inmediato. El escritor británico, que ya abordó los conflictos que gravitan en torno a la marginalidad y el desamparo en su obra Hasta los perros, combina aquí diversos elementos que refuerzan un objetivo narrativo al alcance de un selecto grupo de novelistas. La historia de Robert Wright, que comienza siendo salvaje y blanca como la nieve, resonante como los cuentos implacables que expanden las fronteras del infierno y culminan en una provechosa tesis sobre la heroicidad y la magnitud del ser humano, se convierte aquí en una inmersión tan violenta como las explosiones que barren la Antártida, tan intensa como la incansable reconstrucción de aquellos que anhelan la supervivencia.
Igual que William Faulkner confrontó en El ruido y la furia dos planos de la violencia tan diversos como complementarios —por un lado, la expansión opresiva de la América sureña y, por otro, el enfoque corto e implacable de su protagonista, Brian Compson—, McGregor confronta la cruel geografía de la Antártida, con sus emulsiones imprevistas y ruidos destructivos, con esa otra realidad cotidiana, doméstica y privada de quien no encuentra una palabra para narrar la inmensidad de su dolor. Una sola palabra (de eso se trata), reimaginada en sonidos, exclamaciones y frustrantes gesticulaciones, que en esta novela se transforman en un poético y prodigioso examen de las segundas oportunidades.
—————————————
Autor: Jon McGregor. Título: La palabra para rojo. Traducción: Concha Cardeñoso. Editorial: Libros del Asteroide. Venta: Todos tus libros.
También te puede interesar
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: