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Una bella y triste canción de verano

Una bella y triste canción de verano

Torborg Nedreaas, en su obra Música de un pozo azul, compone un retrato social, íntimo y familiar de la Noruega de principios de siglo XX. Herdis, la niña protagonista, nos llevará de la mano por esta época de angustias y desesperanzas, escribiendo su propia historia del final de la infancia con una imaginación asombrosa y una conexión mágica con la naturaleza.

El punto de partida son unas vacaciones de verano, un pozo y una canción “tremendamente bella y tremendamente triste”. Una canción que Herdis recordará y perseguirá, pero que en este momento solo oye en el pozo de fondo oscuro, justamente allí donde sus amigos le advierten que habita el Maligno.

"Herdis se angustia y recorre una ciudad de casas que van siendo vaciadas por los desahucios"

Herdis contradice al resto y habita en la seguridad de su galaxia de fantasías. En una aventura solitaria, casi cae dentro del pozo y queda aferrada a una de sus paredes internas. Pierde la noción del tiempo, se funde con este agujero infinito y, con espanto, descubre que un ojo la observa desde las tinieblas. Mientras corre hacia su casa, Herdis pierde su canción, que ya no oirá hasta mucho tiempo más tarde. Quizás los demás tuvieran razón y ella fuera la equivocada, quizás ese pozo, igual que el mundo, estuviera poblado por fuerzas del mal y, quizás, era hora de buscar un nuevo refugio en el amor y el arte.

Y así Herdis descubre la poesía y escribe sus primeros versos mientras sus tías, su madre y su abuelo discuten sobre la postura Noruega en la Primera Guerra Mundial. Herdis apunta en su cuaderno:

El amor y el canto de las aves
Disfrutan de la tierra.
Largas son las noches estivales
Para el amor que no yerra (…) 

Como la pandemia en estos tiempos, la guerra y la pobreza penetran en silencio en la vida familiar, la transforman, la determinan, ponen a prueba las creencias, las relaciones, tensionan al amor. Los padres de la niña se separan: la madre encuentra una vida acomodada junto al “tío” Elías y el padre se queda con Herdis y un sueño efímero de inversiones y riquezas.

Herdis, aun siendo muy poco demostrativa de sus sentimientos, necesita y busca el cariño de las niñas del barrio y de sus parientes más cercanos. Sin embargo, nada resulta fácil en su vida. La abuela Haude, que llega para ocupar el lugar de su madre, tardará lo suyo en conectar con su nieta. Mientras tanto, Herdis se angustia y recorre una ciudad de casas que van siendo vaciadas por los desahucios.

"Aun queda tiempo para el descubrimiento de la sexualidad, aun queda tiempo para revoluciones, para hundirse en el mar"

Y como se trata de una novela cargada de símbolos, debemos mencionar otro de ellos, tan poderoso como para agitar la alegría de Herdis, que “se hallaba en algún rincón en su interior, pero estaba encerrada y nadie podía sacarla de allí”. Se trata de una bicicleta que le regala su padre y que la niña utiliza para ganarse la amistad de las niñas de su barrio e iniciar, a través de los cotilleos sobre chicos, su camino hacia la adolescencia. No obstante, las buenas noticias para ella son como islotes en la odisea de un náufrago hacia una costa que no aparece en el horizonte.

Otros remansos son su abuela, el tío Dani, la tía Rakel y, el más inesperado, Elías, la pareja de su madre. Nedreaas logra, con la narración de un par de situaciones de esta relación, exponer muchos de los comportamientos habituales en la Noruega y el mundo de aquellos días. La madre de Herdis se ha resignado a entregar su independencia a la autoridad económica y social de su pareja. Ella, que solía enfrentarse y discutir con el padre de la niña y que salía a trabajar como pianista en un cine, ahora queda reducida al papel de sirvienta de un emperador, preocupada solo por el bienestar del hombre que sale de juerga toda una semana, que bebe hasta en el trabajo y que decide y dispone de su tiempo como un dios.

Por todo eso, Elías resulta un aliado inesperado, y uno de mucha relevancia, pues gracias a él Herdis recupera la alegría que nadie había podido devolverle, que parecía enterrada en el fondo de aquel pozo azul y que tenía forma y aroma de canción, su canción más bella. Aún queda tiempo para el descubrimiento de la sexualidad, aun queda tiempo para revoluciones, para hundirse en el mar, para dejarse llevar por una barca y observar los fuegos artificiales estallando sobre la ciudad.

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Autora: Torborg Nedreaas. Título: Música de un pozo azul. Editorial: Errata naturae. Venta: Todostuslibros y Amazon

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