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Una farsa de amor y de muerte

Una farsa de amor y de muerte

Esta nueva entrega de Carlos Castaño Senra (Barcelona, 1972), después de Aquí hay demasiada gente, en la misma editorial mallorquina, es una breve e intensa novela que arranca en un tono bufo, cómico, desarrollando un relato de raíz irónica, que recuerda a tantos escritores centroeuropeos: Gombrowicz, Walser, Kundera, Krasznahorkai; sobre todo a aquellos que no sienten rechazo a usar la ironía en sus textos, o la crítica mediante el detallado relato de lo absurdo, porque esta novela arranca cuando la protagonista, montada a caballo, un caballo rocinante, no demasiado vistoso, emprende el viaje en busca de Pulmones, el malvado antagonista, guiño a aquella gran novela que sí usó la ironía y el humor fino para criticar una sociedad en decadencia.

El Quijote está pespunteado de considerables dosis de humor e ironía, pero, a partir de él, se pierde, si no es en el Buscón, que casi excede el cometido humorístico y desemboca en lo escatológico, o en la obra Vida de Torres Villarroel, también ampliamente vivaz e hilarante. No es este un texto, empero, sobre el humor en la literatura española.

"La situación inicial es epatante, al tratar de recorrer la ciudad montada a caballo, un caballo que además vive en un garaje y no en un establo"

La obra de Castaño Senra también pone de relieve la fina frontera que existe entre los límites lábiles de los géneros, e incluso de los estilos, y esto convierte a esta obra en una referencia de la literatura contemporánea. La narración se sostiene a lo largo de una sólida base sintáctica, el relato realista de un hecho desaforado, me explico: alude a una dicotomía narrativa entre lo real y lo irracional, que procede de una narración anclada a una sólida base constructiva, que usa la corrección como correlato para una historia, claramente disparatada, y digo disparatada, en el mejor sentido del término. Es un camino análogo al usado por la narrativa kafkiana, el relato de Gregor Samsa o el de Josef K. Se basa en la misma base formal de un hecho fantástico, pero creíble, no es el relato de un sueño, no es onirocrisia.

“Adoro el trote lento al amanecer. Ya sabes, Tab, que en estas fechas, a estas horas y en este barrio, no se divisa un policía por tierra, mar o aire, […] ya sabes Tab, sufro arranques de cólera de vez en cuando, y no es saludable reprimir esta clase de impulsos”.

Por tanto, la protagonista actúa movida por el interés de encontrar a un difuminado Pulmones, y poco más se dice de ella, o de sus dos jóvenes acompañantes, “las batidoras”, como cariñosamente llama a sus hijos varones, que la acompañan durante toda la jornada.

La situación inicial es epatante, al tratar de recorrer la ciudad montada a caballo, un caballo que además vive en un garaje y no en un establo.

"Por tanto, la búsqueda está clara, el objetivo localizado: esta sociedad nos esclaviza mediante diferentes mecanismos de sujeción a lo ilusorio"

La novela discurre como un viacrucis tabernario. Cada uno de los episodios tiene lugar en diferentes establecimientos hosteleros en donde se huele la presencia/ausencia del malvado.

Por su parte, toda esta narración, apenas adornada de matices, si no son los de la acción propia, abre la posibilidad de buscar una lectura más profunda. Pulmones es el maligno esclavizador:

“Pulmones llegó a la Jefatura y logró establecerse en ella instaurando su ridículo régimen de aspavientos […], el esclavo mayor al tratar de ocultar su esclavitud esclavizando. […] Dale un pico y una pala a un esclavo y cavará su tumba”.

Por tanto, la búsqueda está clara, el objetivo localizado: esta sociedad nos esclaviza mediante diferentes mecanismos de sujeción a lo ilusorio. Se me viene a la cabeza la caverna de Platón, en donde las cadenas de la alegoría se convierten ahora en las manos atadas que manejan las redes sociales, o a las lacerantes condiciones de trabajo que nos convierten, en ocasiones, en ciberproletario lumpen. Sin embargo, actuamos como si fuéramos los dueños de nuestra ambición en una estética del deseo que excede la realidad, porque seguimos lamiendo las botas de Pulmones, esclavos contentos de serlo.

"Fantástica declaración de intenciones. Y tratará de venderle un amuleto inverso. Todos estos personajes se nos presentan con naturalidad, con verosimilitud"

Lo que quieren conseguir los protagonistas, como lección ejemplarizante, es destrozar las extremidades del malvado, de ahí su rabiosa búsqueda, y conseguir, como elementos votivos, las cuatro escayolas deseadas como recompensa, porque a esta búsqueda hay que unirle los peligros que acarrea ir por el mundo y encontrándose con otros que tratarán de venderte el humo para la huida, perjudicar tu intención, los vendedores de amuletos:

“¿Vende usted muletas?, pregunté. No, señora, identifico amuletos”.

Y se le concedió una horquilla como amuleto.

O cuando se encuentra con aquel que quiere el favor de la protagonista mediante una cháchara sin gusto y le sirve a esta para afirmar: «¿Hay algo más repugnante y retrógrado que la nostalgia gastronómica: la patria, el hogar, la infancia, el puchero de la abuela, tu querido pueblo y sus aromas legendarios?”.

Fantástica declaración de intenciones. Y tratará de venderle un amuleto inverso. Todos estos personajes se nos presentan con naturalidad, con verosimilitud.

"Se produce así un contraste muy productivo entre las formas de la narración tradicionales, con una protagonista que recuerda al caballero andante y, por otra parte, la instalación del relato en la edad actual"

Personajes absurdos, como la propia protagonista con sus hijos batidora que se van encontrando toda serie de personajes y de disparatadas situaciones irracionales pero con mucho sentido, discurriendo en busca del enemigo. Un enemigo muy real, porque la novela indaga, y mucho, en lo real mediante el elemento irónico:

“Cuidado conmigo, patán —le dije—, soy una señora monstruosa, tremenda, pertenezco a la alcurnia del intelecto”.

También hay lugar para la poesía:

“Pienso en las batidoras como bebés balbuceantes, delgados e indefensos seres humanos […]”, que recuerdan a algunos versos de Panero.

Poesía, reflexión, ironía, humor, son las teselas sobre las que Castaño monta esta historia de amor y muerte.

"No se lo pierdan. Pulmones no puede estar tan lejos, puede que incluso nosotros alberguemos uno pequeñito en nuestro interior, no dejen que les convenza"

Otra cuestión destacable de la novela es la focalización del autor a través de la protagonista, que se dirige a un misterioso Tab, su marido, y que, en realidad, alude a cada uno de los lectores, usando el viejo recurso de la captatio benevolentiae de los antiguos narradores, lo que le da un carácter de comedia oral, hablada, una especie de canto amebeo. Se produce así un contraste muy productivo entre las formas de la narración tradicionales, con una protagonista que recuerda al caballero andante y, por otra parte, la instalación del relato en la edad actual, y considero que es uno de los logros sobre los que se construye la ironía del propio relato. La focalización es bidireccional, Tab somos nosotros y viceversa.

“Conoces bien, querido Tab, mi intolerancia hacia esa falsa y contraproducente manifestación de cariño. Los besos están sobrevalorados, diría incluso que son repugnantes […]”.

Una literatura valiente, sagaz, una narración que no decae en ningún momento y que nos trae la lectura de otras obras que priman la situación frente al realismo verosímil, que parece, además, asolar nuestras letras patrias, donde es tendencia el explicarlo absolutamente todo en detrimento de la fábula o de la más pura imaginación.

No se lo pierdan. Pulmones no puede estar tan lejos, puede que incluso nosotros alberguemos uno pequeñito en nuestro interior, no dejen que les convenza.

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Autor: Carlos Castaño Senra. Título: Cuatro escayolas. Editorial: Sloper. Venta: Todos tus libros.

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