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Una historia de Europa (XXVII)

Enviado Nerón ad penates, como se decía entonces, llegó a Roma el tiempo de los que podríamos llamar emperadores-soldados, porque procedían del ejército y eran respaldados por las legiones. Curiosamente, salvo excepciones, entre esa peña hubo más de bueno que de malo. Liquidada una guerra civil que en el año 69 enfrentó a los generales Otón, Vitelio y Galba, surgió una estrella llamada Vespasiano (veterano del Danubio y Palestina, apoyado por las legiones de Hispania) que resultaría un emperador bastante potable. Austero, sobrio en el comer y vestir al modo antiguo, Vespasiano moderó los excesos de lujo imperiales y emprendió una campaña de obras públicas destinada a dar trabajo a la gente. Su extensión del derecho romano hizo posible un estado más homogéneo y facilitó la llegada de hombres nuevos, procedentes de las provincias y las colonias, integrándolos en los oficios y dignidades imperiales. También organizó un sistema público de enseñanza, eximió de impuestos a médicos e intelectuales y fue el primero en destinar 100.000 sestercios anuales para pagar a los maestros. Eso sí: con él, duro soldadote, se acabó la ficción de que un emperador no era otra cosa que defensor de la antigua república romana. Eso ya no se lo tragaba nadie, así que terminaron los paños calientes. Para financiarse resucitó viejos impuestos e inventó otros nuevos, incluido uno sobre recogida de la orina, que tenía un uso industrial (El único reproche justificado que se le puede hacer es su amor al dinero, escribió el historiador Suetonio). El caso es que, desde entonces, los emperadores romanos se mostraron sin disimulo como eran: dueños del asunto. Dominus, dicho en bonito. Por lo demás, dispuesto tanto a moralizar Roma como a hacerla suya, Vespasiano purgó el senado de indeseables y corruptos, y también de desafectos a su persona, apoyándose en una clase rica y poderosa, formada en gran parte por senadores y millonetis hispanos. Del apoyo de esa oligarquía iban a salir varios emperadores, entre ellos los cinco más interesantes de este período: Tito (hijo de Vespasiano, había aplastado una rebelión en Palestina, destruyendo Jerusalén y dando lugar a la primera diáspora judía), Domiciano (pésimo militar pero excelente organizador de la administración del imperio), Trajano, Adriano y Marco Aurelio. En lo que a Tito se refiere, era un chaval razonable, generoso, que nunca firmó como emperador una sentencia de muerte. Estuvo poco tiempo, pero le pasó de todo: el Vesubio destruyó Pompeya y Roma se incendió otra vez. En cuanto a Trajano, es uno de mis emperadores favoritos no sólo porque nació en Itálica, Hispania, sino porque aunque ejercía de modo férreo el poder mantuvo excelente relación con el Senado. A él se deben las últimas colonizaciones hechas por las legiones, con una política exterior agresiva y conquistadora (aún lo conmemora en Roma la famosa Columna Trajana), mientras que en el interior mantuvo la paz social reduciendo impuestos y favoreciendo el interés público con una especie de despotismo ilustrado que podríamos llamar humanitas: un estado más o menos de bienestar, dentro de lo posible en esa época. Le sucedió otro hispano, Adriano, que pasó de una política exterior agresiva a una defensiva, aplastó otra sublevación en Palestina dando pie a la segunda diáspora judía, y (anécdota social curiosa) fue el primer emperata en aceptar de modo público la homosexualidad con los jóvenes. El último grande fue Marco Aurelio, claro. Con buena formación intelectual, practicante de la filosofía estoica, su libro Las Meditaciones es un extraordinario código moral y una joya de la cultura europea (Si no participas de la razón, has nacido esclavo). Aunque para conocer la Roma real de entonces, mucho más canalla, convenga leer los Epigramas de otro hispano, Marcial (No pido que no te follen, Lesbia, sino que no te pillen). Marco Aurelio vivió tiempos muy convulsos, como una pandemia que procedente de Asia (lo que parece nuevo sólo es lo olvidado) causó siete millones de muertos. También hizo frente a las primeras grandes invasiones del este de Europa: marcomanos, longobardos, germanos y sármatas se acercaban al Rhin y el Danubio empujando fuerte. El futuro y sus sombras tardarían en llegar, pero llamaban a la puerta; y a la muerte de Marco Aurelio, esa puerta iba a entreabrirla su hijo Cómodo (el villano de la película Gladiator): un megalómano criminal e incapaz (acabó estrangulado por un atleta del circo, lo que tiene su puntito), cuyo gobierno clavó el historiador Casio Dión con estas acertadas palabras: Su reinado marcó la transición de un reino de oro y plata a uno de hierro y moho. Aunque a finales de ese siglo II aún quedaba cuerda para rato, por el imperio romano empezaban a doblar las campanas.

[Continuará].

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Publicado el 30 de abril de 2022 en XL Semanal.

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Bixen
2 años hace

Y Jesús le preguntó, diciendo:
-¿Cuál es tu nombre?
Y él dijo:
-Legión.
Porque muchos demonios habían entrado en él.
Lucas 8:30
Los cerdos pueden también ser una alusión a la Legio X Fretensis, que ocupó Jerusalén, y tenía al cerdo como emblema.
(Copy&Paste de mí el enterao)

Ramón
Ramón
2 años hace

Gracias amigos de Zenda por hacernos los lunes más soportables! Y por culturizarnos un poco, que falta nos hace. Para un pedazo de ignorante como yo, leer historia de la mano del amigo, con ese toque suyo, es un verdadero placer. Me cayó bien desde el día que leí aquello de la puerta de Tannhauser en Territorio Comanche…hasta lo he oído hablar de The Secret of Monkey Island…en fin como para no quererlo!

Raulmanny
Raulmanny
2 años hace

Fue Marco Aurelio gladiador tambien tengo entendido.

Francisco Brun
2 años hace

La pluma del señor Pérez Reverte me instruye sobre un pasado al que solo podemos imaginar; muy aproximadamente, solo por viejos escritos, y por las ruinas que aún quedan en pie, las que los especialistas continúan estudiando y trayendolas a la vida en representaciones 3d en colores.
También, modernas técnicas cinematográficas, nos permite ingresar a ese viejo mundo, en donde el promedio de vida debería ser de 45 o 50 años, no más, y las ratas, eran algo así como compañeras inseparables del hombre. (A decir verdad; en mi Argentina, muchos pobladores del conurbano bonaerense viven sin cloacas, y bien se podría decir que aún están en el año 69, después de cristo…como hecho reconfortante podría decir que se encuentran más próximos a Jesucristo, que el común de nosotros).
Al margen de estos temas indignos, cuando imagino las obras de infraestructura y arquitectura Romana, que todavía quedan en pie, por ejemplo: el traslado de agua por gravedad, y la utilización de ese invento excepcional, que fue, el arco Romano (que les permitió distribuir cargas al suelo abriendo enormes huecos en gruesos muros). Y el hecho de pensar que elevaban bloques de piedra pesadisimos, solo utilizando la rudimentaria palanca, cuerdas y poleas, me asombra su creatividad.
No obstante, la política, ocupaba como ahora mismo todos los rincones de la vida: impuestos, leyes rigurosas, castigos impiadosos, guerras, pactos y traiciones) el hombre en su estado puro.
De todos modos, y aunque me designaran con seguridad consejero de Trajano, y me trasladaran a aquella época, con un ingreso de por vida de miles de sestercios, y un pequeño palacio de 2000 m2 en las afueras de la ciudad, rodeado de campos cultivados, propios, y 600 esclavos a disposición…prefiero continuar en casa, con mi señora, en este siglo XXI, haciéndome mala sangre con las noticias de la política y de los políticos, los cuales se encuentran lejos de cristo y del cielo. Yo comparto el dicho que dice: más vale malo conocido que bueno por conocer.

Cordial saludo amigos.

dora guerrero pichel
dora guerrero pichel
2 años hace

Y los baños!! Sueño con un emperador porteño q construya los vespasianos!!!!

Pepehillo
Pepehillo
2 años hace

Roma era un pueblo de campesinos-soldados. Gente austera, rústica, grave… Después llegaron las conquistas, el dinero fácil, la opulencia, la corrupción a escala industriao, las malas costumbres y la cultura basura de los preceptores griegos, ¡sólo faltó la Coca-Cola! y todo se jodió.

Anxo
Anxo
2 años hace

No entiendo por qué, en este artículo, aplica, por dos veces, el nombre de “PALESTINA” para referirse a lo que en aquel momento era la provincia romana denominada “JUDEA” y ese nombre de PALESTINA (procedente de filisteos que nada tenían que ver con los árabes) fue aplicado, por los romanos, más tarde (año 135/136), en sustitución del de JUDEA y como castigo, para tratar de borrar el pasado judío, debido a la fuerte y tenaz resistencia presentada por los judíos contra los invasores romanos.