La esposa de un hacendado esconde a un esclavo cimarrón fugitivo. La niña Pepita lee los folletos abolicionistas de su aya. Una voluptuosa María del Carmen peina con tirabuzones a su prole. La anciana Vicenta recuerda al hijo que se le murió en la guerra. Una enamorada Mari Carmen busca fecha para su boda. La precoz Julieta va a ser madre soltera.
Las seis relaciones quedan bien trabadas gracias a una sutil estructura circular, apuntalada, al principio y al final, con sendos episodios de anunciación. Dos embarazos, símbolos de renovación y esperanza, separados por un siglo y un océano, dos futuras madres a las que unen lejanos lazos de sangre y la voluntad de dar a sus respectivos hijos el nombre de Juan —homenaje a la capital puertorriqueña y, a su vez, cierre del círculo—. Ese armazón radial se vertebra, además, a partir de una serie de motivos comunes: por supuesto, la ya mencionada libertad, pero también la omnipresencia de la muerte, las relaciones maternofiliales, el vínculo con la patria o el difícil papel de la mujer en los siglos pasados. En este sentido, Vias Mahou elabora un auténtico retrato mural de mujeres rotundas y subyugantes que no se resignan a someterse a su entorno. Esta línea narrativa podía haber hecho caer a estos personajes por el precipicio del hembrismo idealizado, pero la hábil factura de Vias los salva de cualquier maniqueísmo. Por el libro desfila un catálogo de féminas cautivadoras a la par que humanas. Vanidosas o intransigentes, unas alegres y otras amargadas, unas generosas, valientes las más y algunas mezquinas; todas ellas conformadas con suficientes aristas para resultar verosímiles y erigirse con entidad propia.
En favor de la cohesión del relato actúa también la relación que, de uno u otro modo, une a estos personajes con la familia Vias, vínculo que favorece el ensamblaje de la novela como pieza única consolidada. La lectura en clave biográfica queda reforzada por otros guiños autorreferenciales como el material fotográfico que aparece en la obra —incluyendo el poderoso retrato de María del Carmen que ilustra la portada— y que, casi en su totalidad, pertenece al archivo personal de la autora. Por ello, aunque no encontremos ningún personaje llamado Berta Vias Mahou, la obra invita a ser leída como una suerte de autoficción, subgénero éste que no parece ni agotarse ni dejar de estar de moda (queda preguntarse, claro, hasta cuándo lo resistirán los lectores). No obstante, frente al yo más íntimo exhibido últimamente por otras autoras de su generación —pienso, por ejemplo, en los diarios pandémicos de Milena Busquets o Marta Sanz—, Vias indaga en la intrahistoria familiar, cediendo el protagonismo a sus antepasados, en una línea que recuerda, y que también ha gozado de abrumador éxito, a las dramaturgias de Alfredo Sanzol (El bar que se tragó a todos los españoles) o Borja Ortiz de Gondra (su desgarradora autoficción familiar, centrada en el conflicto vasco, le ha dado ya para tres obras de teatro y una novela).
Pero quizás lo más llamativo de este libro sea el estilo marcadamente personal de Vias Mahou, que se convierte, me temo, en arma de doble filo. Su escritura, puntiaguda, cortante, ágil, tiende a la elipsis para generar un fragmentarismo que, si bien camina en una dirección interesante, arriba a puerto fallido. La cuidada voz particular que emplea la autora ensombrece el relato con una innecesaria querencia por la confusión. Los cambios en la voz narrativa, abruptos y un tanto arbitrarios, dejan a ratos la molesta sensación de no entender ni quién cuenta la historia ni a quién se la están contando. Estos virajes, sumados al libertino uso de las reglas de puntuación, obligan a volver atrás en la lectura repetidas veces, hasta el punto de que se avanza por el texto un poco a trompicones, como quien lee interrumpido por el persistente zumbido de un mosquito al que se intenta apartar con espasmódicos manotazos. La voz de entonces deja un sabor agridulce. Una querría haber disfrutado más esta novela, porque se trata, aun con ello, de una obra original y bien pensada, con una decidida voluntad de estilo que aborda asuntos universales sin caer en lugares comunes ni resultar aleccionadora, mientras teje con delicados hilos la historia de una nación a través de un buen puñado de personajes sólidos y atractivos.
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Autor: Berta Vias Mahou. Título: La voz de entonces. Editorial: Lumen. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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