Las Fuerzas Armadas han saltado a la modernidad sin que en verdad haya habido un debate profundo sobre el papel que deben desempeñar en la sociedad. Los acontecimientos recientes, desde el golpismo del siglo pasado hasta el militarismo azuzado por las actuales crisis internacionales, así como el rearme ideológico conservador, obligan a repensar nuestro ejército antes de que sea demasiado tarde. Y eso es lo que hace Francisco Gracia Alonso, catedrático en la Universidad de Barcelona y experto en Historia Militar, en este libro.
En este making of Francisco Gracia Alonso rememora el germen de Gobernar el caos (Desperta Ferro).
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Pertenezco a la generación que despertó a la edad adulta durante el final del franquismo, cursó estudios universitarios durante la transición democrática y cumplió el servicio militar en la etapa del ruido de sables, por lo que recuerdo perfectamente la actuación del Ejército en dicho período y los intentos por reconvertir una estructura profundamente franquista. Al trabajar posteriormente en temas vinculados con la historiografía de la arqueología y la protección del patrimonio artístico en tiempo de guerra el papel de los militares durante y con posterioridad a la Guerra Civil se filtraba de forma recurrente en la investigación. Por último, en mi ensayo anterior: Esclaus a Empúries: Els batallons de treballadors a les excavacions, 1940-1942 (2023), retomé la consulta de los archivos militares para analizar el papel del Ejército en la represión de postguerra a través de dos supuestos: la organización y control de los batallones disciplinarios de soldados trabajadores (BDST), y los Consejos de Guerra Sumarísimos empleados como instrumento de represión acabada la guerra. Pero el trabajo indicado me permitió acercarme a las experiencias vitales de una docena de trabajadores forzados y las condiciones de vida a las que habían sido sometidos, entre ellos Francisco Piqueras Cisuelo, un libertario irredento íntimo amigo del cantautor aragonés José Antonio Labordeta, cuya nieta llegaría a ser la primera mujer en ocupar la cartera de Defensa: Carme Chacón Piqueras, y sus diarios me permitieron una aproximación a la parte más dura del empleo del Ejército tras la guerra.
Por otra parte, el estudio de la guerra en la antigüedad ha constituido uno de mis temas esenciales de estudio, y la Arqueología del conflicto forma parte de la docencia que imparto en la Universidad de Barcelona, permitiéndome trasladar a los estudiantes la importancia, por ejemplo, de las posibilidades de explicar la Historia partiendo de los resultados de las excavaciones de una fosa común, ya sea de un conflicto durante el Neolítico, la campaña rusa de Napoleón o la Guerra Civil Española, o la importancia de la guerra en la evolución demográfica y económica. Todo ello, unido al interés por la estructura social de la guerra como parte del análisis del significado de la violencia en las estructuras políticas, me permitieron estudiar el tratamiento dado, desde la prehistoria al presente, al cuerpo de los vencidos como símbolo de reafirmación ideológica del poder en Cabezas cortadas y cadáveres ultrajados (2017), aplicando un modelo de análisis alejado de las concepciones hagiográficas propias de gran parte de la historiografía centrada en el relato de la guerra, pero no en la explicación de los hechos. Tras años de colaboración con las cabeceras de Desperta Ferro en temas vinculados a los conflictos bélicos desde la Antigüedad a la época napoleónica, una de mis debilidades personales, sus editores me propusieron la realización de un ensayo en el que se presentara la evolución del ejército español no desde la perspectiva de narrar la sucesión de campañas, sino de enlazar su significado en tanto que instrumento del poder y sujeto político desde principios del siglo XVI hasta el presente. Asumí el envite con la intención de profundizar en la forma en la que la estructura militar había condicionado la política y la construcción estructural de España, al establecer prioridades de gasto que lastraron decisivamente el progreso industrial, social y educativo durante más de doscientos años a partir del cambio radical en su papel como estructura determinante del Estado que supuso la Constitución de Cádiz de 1812. A partir de ese momento, y ya como sujeto político, el Ejército ha condicionado ideológicamente a la sociedad española al apropiarse la defensa de las ideas de patria y nación desde la perspectiva de su corpus doctrinal, queriendo reiteradamente imponer una determinada forma de comprender y expresar la propia idea de España como Estado.
El análisis y la crítica que puede, y debe, realizarse del papel del Ejército durante el período estudiado, en el que se produjeron docenas de asonadas y pronunciamientos militares que dieron lugar a guerras civiles y cambios de gobierno, al no aceptar sus élites quedar subordinadas al poder civil, no se ha planteado en el libro desde un antimilitarismo vacuo derivado del menosprecio de la ideología castrense, sino desde la reflexión sobre las consecuencias del intervencionismo militar como factor desestabilizador del desarrollo ideológico, económico y social y, en consecuencia, del atraso progresivo del Estado respecto de Europa occidental a lo largo de dos siglos. Y también porque considero que es absolutamente necesario que se plantee en la sociedad española un debate sobre las inversiones militares actuales y las diferencias existentes entre las concepciones de las políticas de defensa y las políticas de paz, y cómo el gasto militar, con sus ramificaciones políticas e industriales, continúa tensionando y condicionando la inversión de los recursos del Estado. Es evidente que en el panorama geoestratégico actual, derivado de las crisis de la tercera década del siglo XXI, se está produciendo una deriva ideológica en la que cada vez más se plantea el recurso al miedo como razón para la ampliación constante del gasto militar en Occidente y, especialmente en España, un gasto que grava sobre los Presupuestos Generales del Estado y que, al ser los recursos disponibles limitados, ha de repercutir necesariamente en otras partidas, empezando por las de carácter social, al ser las más numerosas, o bien exigiendo sacrificios económicos a la población a través de variaciones en el sistema tributario. Que ello se plantee sin una discusión abierta y siguiendo tan sólo directrices políticas en ocasiones respondiendo a planteamientos ideológicos caducos es, cuando menos, preocupante, puesto que el modelo de Ejército que precisa España y su encaje en una estructura democrática consolidada no está plenamente asegurado.
Hemos planteado el libro partiendo exclusivamente de los datos disponibles en la bibliografía previa, los archivos y los repositorios, para sustentar cada afirmación con datos. Pese a su extensión, no se trata de una obra exhaustiva al abarcar cinco siglos de análisis, sino de una síntesis. En cada uno de los capítulos, el lector podrá encontrar elementos de reflexión sobre los que puede profundizar a partir de las referencias bibliográficas, siendo conscientes de que le presentamos un fresco basado en el hilo conductor de las vinculaciones entre Ejército y sociedad que no pretende rebajar los sacrificios —por el contrario se separan claramente las élites de la tropa—, sino huir de la hagiografía mal entendida para intentar una comprensión más plural de los hechos.
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Autor: Francisco Gracia Alonso. Título: Gobernar el caos. Editorial: Desperta Ferro. Venta: Todostuslibros.
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