Las personas interesadas en lo literario, especialmente en lo hispanoamericano (en este caso concreto, en lo argentino y peruano), están de parabienes: a más de 80 años de su primera aparición, la editorial Renacimiento, que ya nos tiene acostumbrados a coups de esta clase, publica una reedición del famoso Diario de mi sentimiento, de Alberto Hidalgo.
Se acostumbra definir a Hidalgo como a un autor peruano, y lo fue de nacimiento, pero de hecho fue un autor argentino: se radicó en 1919 en Buenos Aires, donde murió en 1967, tras una larga y controvertida trayectoria, a veces formando parte del campo literario de avanzada, a veces contra él.
Hidalgo operó en numerosos diarios y revistas, publicó no menos de cuarenta libros en varios géneros (poema, cuento, novela, teatro, traducción, panfleto), anudando amistades y celebrando entusiastas enemistades en el ámbito literario local. Precisamente el gusto de Hidalgo por la maledicencia (no desde la impune oscuridad, como se estila entre literatos, sino de manera gozosamente pública), su regodeo en el libelo desaforado e infamante, sus odios y pasiones, pueden haber sido otro motivo para que se silenciara su labor. “El genio del desprecio”, lo llamó Macedonio Fernández, padre de la vanguardia argentina.
Y finalmente, la política. Hidalgo ha sido tácitamente condenado tanto en nombre de un izquierdismo que no fue tan decidido como se pretende, como por sus desvaríos derechistas en la década del treinta: al igual que muchos otros por aquellos días, sintió imperdonables simpatías por el fascismo y, sobre todo, por el antisemitismo, según mostró Martín Greco al estudiar los aportes de Hidalgo al periódico católico-nacionalista argentino Crisol. Pero sería confundir la historia de la literatura o la crítica literaria con la ética, si se acudiera a esos defectos personales para desentenderse de una obra artística.
Se acostumbra, igualmente, adscribir a Hidalgo a la prosapia futurista: filiación de la que él siempre renegó con vehemencia. Sus primeros intentos de literatura moderna surgen con el poemario Tu libro en 1922, y se prolongan con Química del espíritu (1923). Con Simplismo (1925) alcanza la cúspide de su integración a la literatura vanguardista del momento. Conoce por esta época a Macedonio Fernández, a Borges y a muchos otros autores. Publica en Martín Fierro y Proa y funda dos revistas: la inhallable Eldorado (1924) y Pulso (1928), de la que sólo se conocen dos números, aunque tuvo seis. En 1926, invitó a Borges y a Huidobro a prologar la selección de poemas que él hiciera para su Índice de la nueva poesía americana. Los caminos de Hidalgo y del grupo de avanzada se separan a partir de 1929-1930. La única amistad que le queda de esos días es la de Macedonio, que continuará hasta la muerte de éste.
El Diario aquí comentado contiene in nuce diversos aspectos de su obra. Por la riqueza y variedad de su contenido, el Diario de Hidalgo permitiría hacer una larga serie de trabajos, tanto de carácter histórico como literario, y hasta psicológico. Sería útil, por lo demás, intentar reconstruir la cronología de los capítulos, que Hidalgo se tomó el trabajo de descompaginar, según él mismo revela en el Prólogo. Aquí, sin embargo, me limitaré a hacer unos breves comentarios acerca de la publicación del libro, ya que subsisten algunas cartas de Hidalgo que permiten alumbrar algunos entretelones: una a Alfonso Reyes (a la sazón embajador mexicano en Argentina) y otra a Anna Melissa Graves.
La primera de las misivas elegidas es, en realidad, una circular: el mismo texto fue enviado por Hidalgo a diversas personas del mundo cultural argentino y americano. Es interesante, más que nada, porque muestra de qué manera Hidalgo encareció el volumen a sus futuros suscriptores:
Buenos Aires, Enero de 1937
Distinguido compañero:
Me he decidido a publicar un diario que escribo desde hace más de quince años. Por supuesto, ni siquiera lo he ofrecido a los editores. ¿A qué editor podría interesarle algo tan íntimo, tan personal, como un diario? Además, se trata de una obra en que la violencia llega a lo inaudito, una violencia de expresión tan extrema como no se conoce en idioma castellano. Por eso mismo, semejante libro no debe ser objeto del comercio común de las librerías. Debe circular solo entre cierta gente: escritores, artistas, amigos. Los originales alcanzan a dos mil páginas, en las que está expresada la reacción de un hombre sin pelos en la lengua, frente a una multitud de problemas de la literatura, las otras artes, la política, la conciencia y la vida. Usted puede no pensar como yo, y aparte la emoción que le cause mi juicio, afectuoso o agresivo, sobre su persona, –si hay alguno–, estoy seguro de que leerá mi libro de cabo a rabo. Pero el costo de impresión es enorme, a causa de la cuantiosidad de sus páginas y el tiraje, naturalmente, reducido, como que acaso no llegue a los trescientos ejemplares. Los escritores, los artistas, los amigos, pueden costear la edición. Le ofrezco, pues, un ejemplar, al precio de $ 5 moneda argentina. Envíeme su importe, al recibo de la presente o después, al recibir el volumen, como le sea cómodo. Lo necesario es que yo conozca su decisión, para establecer el tiraje. Cheque a mi nombre o giro postal o bancario a: Cerrito 484, Buenos Aires.
Reciba mis atentos saludos. Alberto Hidalgo
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Los primeros pasajes de la carta intentan suscitar la impresión de que se trata de un diario íntimo. Pero según surge del Prólogo, ese género no merecía a Hidalgo un juicio favorable, a pesar de que en su libro Jardín Zoológico (1919, 239-308) había incluido “Átomos. Apuntes para un diario íntimo”. Las anotaciones, repartidas en 200 capítulos, no son de carácter personal, sino mayormente literario, si bien están teñidas del idiosincrático natural de Hidalgo, y tienen a menudo el carácter de libelos destinados a difamar o a agredir a ciertas personas del mundillo literario y/o político. Buena parte de los capítulos que integran el libro había aparecido ya en la prensa (sobre todo argentina; algunos capítulos en la peruana). Así ocurre, por ejemplo, con el capítulo 88, que fue publicado bajo el título “Viaje a Delteil”, en Martín Fierro 21 (Buenos Aires, 28 de agosto de 1925). El mismo Hidalgo recuerda al final del capítulo 148 que otro texto suyo sobre Delteil apareció en La Gaceta de Buenos Aires de agosto de 1934, bajo el título “Regreso de Delteil en robe de champs” [sic], y fue luego reproducido en el número 4 de la Revue Argentine (París).
Otros capítulos aparecidos en medios hemerográficos son, por ejemplo, “Filosofía de cualquier barba”: Mundial 564, Lima, junio de 1931, 47 (capítulo 7), y el titulado “Arco para que pase Reverdy”: Poesía 1-2, Buenos Aires, junio de 1933, 8, 10 y 11 (capítulo 164; en la misma revista, número 6-7, de octubre-noviembre de 1933, aparecieron poemas de Pierre Reverdy traducidos por Elvira Martínez de Hidalgo, su esposa, fallecida en junio de 1932.) En su Tratado de poética (1944, 92, n. 23) Hidalgo relata que publicó “allá por 1934” una nota sobre Jean Cassou, “luego incluida en mi Diario de mi sentimiento”.
En un pasaje posterior del Prólogo, Hidalgo da a entender que su libro contiene “solamente la tercera parte” de lo que anotara o publicara entre 1922 y 1936. Los otros dos tercios no parecen haberse conservado. Hidalgo planeó publicarlos: así puede entenderse el anuncio contenido en la página 2 de su poemario Espaciotiempo (1956), donde lista sus obras y, entre ellas, como “inéditos”, los siguientes dos títulos: Segundo Diario de mi sentimiento y Tercer Diario de mi sentimiento. Ya en 1938, en carta adjunta a Dimensión del hombre, menciona de pasada su Diario, y agrega: “¡cuyas segundas partes han de ser buenas!”. Cuando menos esa segunda parte fue preparada para su publicación: en carta a Madga Portal, del 8-X-1961, Hidalgo afirma: “He estado sumamente ocupado, preparando los papeles de mi tremebundo Segundo diario de mi sentimiento”. Imagino que la intención de dar a luz esos volúmenes fue finalmente descartada o, cuando menos, obstruida por cuestiones económicas.
Paradójicamente, la falta de dinero había conducido a que Hidalgo se dedicara a compaginar la primera edición. En El Mundo de Buenos Aires del 21-III-1932 apareció la siguiente noticia:
Ha vuelto al país de Chile, de París, Alberto Hidalgo. Mientras busca trabajo –que no lo encuentra– escribe. Escribe un libro terrible –dice– que hará conmover al público de Buenos Aires. Un libro envenenado, sangriento. “Ante esa amenaza –nos dice un escritor, que probablemente será su víctima– no habrá más remedio que interceder ante el General y conseguirle un empleo laborioso.
La otra carta de Hidalgo sobre el Diario se conserva en la Peace Collection del Swarthmore College (Swarthmore, Pennsylvania), entre los papeles póstumos de Anna Melissa Graves (1875-1964), una escritora, maestra, viajera y pacifista norteamericana. La carta carece de destinatario, por lo cual no queda claro si Hidalgo la remitió directamente a Graves, o si esta la recibió por otro conducto. Esto no es improbable, ya que ella estaba en contacto epistolar con autores peruanos, como Luis Alberto Sánchez, Alfredo González Prada y Magda Portal (todos ellos relacionados con Hidalgo), de quienes se conservan varias cartas en el mismo archivo. Además, la carta está dirigida a un “Distinguido compañero”, pero ello puede deberse a que también en este caso se trata de una circular, mecanografiada, que reproduzco a continuación:
Buenos Aires, julio de 1937
Distinguido compañero:
En los primeros meses de este año, resolví comenzar la publicación del Diario que escribo desde hace quince. En seguida, al revisar mis cuantiosos originales, advertí que ningún editor querría publicarlos: en sus páginas quedan ofendidos los más caros sentimientos de los imbéciles que pueblan el mundo en proporción no inferior al 90%, como usted sabe.
Pensé que solo yo mismo podría afrontar las molestias leguleyas y de otro orden con que las víctimas me saldrían, según me salieron, al paso. E inventé una subscripción entre escritores de América para editar el libro. 400 de ellos respondieron afirmativamente al convite, y el primer tomo dejó oír sus cañonazos allá por marzo. La circular correspondiente no llegó a usted por ignorancia de sus señas. Pero ahora le ofrezco el volumen por el precio de $ 5, moneda argentina. Consta de casi 400 páginas, y usted podrá recibirlo enviándome un giro postal o bancario a: Cerrito 484, Buenos Aires. Asimismo, me complazco en pedirle que, en caso de hallarse usted demasiado pobre, se sirva manifestármelo para remitirle gratuitamente un ejemplar, sin pérdida de tiempo.
Prosa acerada, prosa mía, es decir, cátedra de estilo; generosidad de imágenes; sinceridad, hasta el cinismo, revelaciones de la mala vida literaria, enjuiciamiento, impío o reverente, de muchos escritores (acaso de usted mismo) y el libelo más admirable, por su belleza y su atrocidad, que se haya escrito jamás en idioma castellano: todo eso contiene mi Diario. Además, con su edición he querido presentar al juicio de usted la forma de ella, que tiene tres virtudes: independencia del escritor profesional, elección de los propios lectores y equitabilidad de que el escritor pague alguna vez los libros de sus colegas.
Espero sus órdenes para cumplirlas, y lo saludo atentamente. Alberto Hidalgo
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No cabe duda: el libelo bello y atroz al cual alude Hidalgo es el que dedicó en 1932 a un político peruano: “Sánchez Cerro o el excremento” (capítulo 169), reproducido en el ya citado volumen De muertos, heridos y contusos (pp. 99-108).
Seguramente debido a los agravios que contiene, el libro no recibió la atención merecida en los periódicos de la época, que optó por ignorarlo. Hoy, desde una perspectiva histórica, podemos valorar mejor esa suma de ensayos breves.
La reedición que para nuestro solaz ofrece ahora Renacimiento consta de un prólogo de Juan Bonilla (7-14), de una brevísima bibliografía (15), y de serviciales notas a algunas personas mencionadas en el libro (415-439). Esta edición opta por incluir en la portada un retrato de Hidalgo realizado por el martinfierrista Dardo Salguero Dela Hanty (la original estaba ornada por un impresionante retrato hecho por Emilio Pettoruti, con quien Hidalgo mantuvo amistad y correspondencia).
Por lo demás, un volumen de impecable factura, que promoverá numerosos estudios.
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Autor: Alberto Hidalgo. Título: Diario de mi sentimiento. Editorial: Renacimiento (Biblioteca de la memoria). Venta: Todostuslibros y Amazon
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