Dar con las pinceladas precisas para tratar de mostrar qué pasa por la cabeza de una persona, en este caso Inés, la mujer protagonista, al llegar a los cincuenta años, no es una tarea fácil. Coloma Fernández Armero ha elegido el filtro del blanco, con sus connotaciones de luz esclarecedora y de pureza, para esta novela, En blanco, que es, por encima de todo, una indagación en el alma propia y en el mundo cotidiano, ese entorno limitado y limitante que habitamos cada día y en el que, a ciertas edades, nos sentimos tan confusos como atrapados. Es el mismo blanco de las canas progresivas de la protagonista, primero odiadas, disimuladas, y después aceptadas, queridas e incluso decididas. Algunos filósofos hablaron de la necesidad de detenerse al menos una vez en la vida para poner en cuestión nuestras verdades y evidencias inamovibles. Ese es también el impulso de Inés en esta historia: detenerlo todo y devenir casi hiperperceptiva, descubridora de un nuevo poder, un nuevo ángulo que le otorga su hermosa cabeza color nieve, como filamentos que, de golpe, la conectan con las señales del universo y de la vida. Clarificar y clarificarse son los dos imperativos que la mueven, como dos son también los momentos cronológicos que se alternan en estas páginas: el presente en el que Inés vive y sobrevive, sacrificada y dedicada a su familia (un marido, dos hijos adolescentes, un perro y un gato) y un pasado años ochenta, cuyos pasajes aparecen en el texto en cursiva, donde ella era todavía una joven y prometedora publicista en una importante agencia, en los tiempos esperanzados, divertidos y bastante locos de la “nueva ola madrileña”. La figura difusa del nórdico Dan, su creativo compañero de trabajo entonces, juega un importante papel en esta historia, pese a moverse solo en el plano del recuerdo. Coloma Fernández Armero monta su novela sobre una inteligente sucesión de breves y bien medidas escenas, donde no falta una mirada sincera y poética y donde deja traslucir la percepción de los cambios de la vida, la perplejidad, la confusión, pero también la lucidez que nos acompaña conforme vamos envejeciendo. Se gana al lector desde el inicio, por la frescura narrativa, por el aire cercano, por el puente de confianza que nos tiende, en un acertado planteamiento de secuencias eficaces, ágiles y directas, donde va volcando sus reflexiones, veloces y hondas. Es fácil identificarse con la narradora en esta lucha desesperada por comprender, por reubicarse, por reorientarse, por hacer ver hasta qué punto nos vaciamos y nos quitamos de en medio desde que decidimos ser padres (e hiperprotectores) y empezamos a bailar al compás de los egoísmos de nuestros hijos y parejas. La culpa nos va enredando en su red: por la conciencia de no saber hacer bien las cosas, por nuestra debilidad esencial a la hora de tomar decisiones, por las decenas de taras que transmitimos inevitablemente a nuestros descendientes como herencia emocional. Esta breve novela nos habla también del pequeño/gran poder que nos otorga la edad, las liberaciones y desinhibiciones que acarrea: la posibilidad, por fin, de ser como queramos, o decir lo que nos pase por la cabeza. El mundo de Inés transcurre entre el trabajo en la agencia de comunicación, la casa familiar y su jardín, con la presencia adicional del misterioso vecino anciano, cuyos movimientos diarios ella observa y registra. Y es justo la observación, el buen ojo para los detalles de la realidad cotidiana, otro de los puntos fuertes que sustentan el libro, también el pronunciado sentido del humor de la autora, su capacidad para relatar con la misma gracia con la que su alter ego protagonista se pasea por la casa con su pelo blanco y sus cómodas batas japonesas. El libro de Coloma Fernández Armero es el relato de una búsqueda personal, es el campo de la batalla que su personaje libra consigo misma: en realidad, con los diferentes yoes que la habitan. La percepción clara del sacrificio que ella hace por los otros, la injusticia esencial que supone seguir atada a esa dinámica de vida, la preocupación por haber tomado malas decisiones y equivocado sus opciones vitales, conduce a interesantes y lúcidas conclusiones. La empresa de autoconocerse y reinventarse es, desde luego, arriesgada, tanto que resulta difícil salir indemne de ella. Es consciente de los peligros, de los miedos que la atenazan, de “pasear por mis días como una funambulista de pelo blanco”. Esta es una narración acerca de lo que el tiempo hace con nosotros cuando se nos echa encima, ahogando nuestras posibilidades y la antigua intensidad que nos despertaban las cosas. Un texto capaz de combinar la levedad y la ligereza formal con el calado de las buenas y necesarias reflexiones.
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Autora: Coloma Fernández Armero. Título: En blanco. Editorial: Tres Hermanas. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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