En el primer viaje de Colón, viajando hacia poniente en busca de la Especiería, arribó y tomó posesión, en nombre de sus majestades —los reyes Isabel y Fernando—, de la tierra en la que había desembarcado; a esa tierra la llamó La Española (en la actualidad Santo Domingo y Haití). En el mes de diciembre de 1492, la nao Santa María, en el retorno de un viaje de exploración, encalló frente a La Española. Al quedar impracticable para la navegación, decidieron recuperar su madera del naufragio y utilizarlo para construir el primer asentamiento, al que bautizaron como fuerte Navidad. En enero de 1493, Colón decidió que era el momento de iniciar el retorno para comunicar las buenas nuevas a sus Católicas Majestades. Cristóbal Colón pidió voluntarios para quedarse en el asentamiento, petición a la que respondieron 39 marineros, nombrando a Diego de Arana como responsable del fuerte con instrucciones precisas de no incomodar a los nativos. El 16 de enero inició el viaje de regreso con las dos carabelas de las que disponía. Colón era consciente de que la importancia del descubrimiento y de la ruta utilizada para llegar a las Indias no estaba en el hecho en sí, estaba en que los descubridores fueran capaces de regresar al Guadalquivir para dar la buena nueva y demostrar que habían estado en las supuestas tierras de la Especiería. El viaje de vuelta se completó con éxito. Colón viajo a Barcelona para comunicar a los Reyes Católicos la noticia, y entregarles los presentes que demostraban que había realizado con éxito su expedición. En 1493, el Almirante de la Mar Océana, al mando de una flota de 17 naves y una tripulación de más de 1.500 hombres partió rumbo a las Indias. Arribó a La Española el 22 de noviembre de 1493. En ese preciso momento da comienzo la nueva novela del escritor y periodista Antonio Pérez Henares (Bujalaro, Guadalajara, 1953) titulada La Española. En la misma se repasa la historia novelada de manera rigurosa, atractiva, interesante y amena, de los hechos más significativos de los descubrimientos y conquistas que discurrieron en los quince años siguientes a la primera llegada al Nuevo Mundo. Cuando Colón regresa en 1493, se encuentra que el fuerte que habían construido, para que habitasen los que se quedaron, estaba totalmente destruido y sus ocupantes muertos. Pérez Henares afirma, a raíz de este segundo viaje de Colón, que lo que se encontraron no era la puerta al paraíso, más bien era “la puerta del infierno que se abría en el paraíso”.
Desde La Española comenzó todo, ya que en ese lugar se reunieron unos desconocidos llamados a ser los grandes prohombres autores de gestas, tanto en los descubrimientos como en la conquista. En La Española coincidieron en esos años: los hermanos Pinzón, los hermanos Niño, Juan de la Cosa, Alonso de Ojeda, Hernán Cortes, Francisco Pizarro, Diego de Almagro, Ponce de León, Pánfilo Narváez, Vasco Núñez de Balboa, Bartolomé de las Casas, sin olvidar a los italianos hermanos Colón y Américo Vespucio, etc. Españoles que estaban llamados a ser grandes descubridores y valientes conquistadores, que dieron su nombre a infinidad de lugares y gestas. Desde La Española se extendió, como una mancha de petróleo incontenible, un movimiento de castellanos de todas las calañas, que pasaron de aventureros a exploradores y de exploradores a conquistadores de unas tierras ignotas; iniciando un periodo de conquista en donde, siguiendo las instrucciones dadas por los Reyes Católicos, debían replicar la estructura administrativa, judicial, militar y religiosa que había en España a este Nuevo Mundo; no olvidando que los nativos, por mandato de la reina Isabel, tenían los mismos derechos que los españoles en cuanto a que eran súbditos de la Corona. Desde este momento, los descubridores y cartógrafos españoles cambiaron la faz del Mundo y el perfil de la Tierra con nuevos mapas, rutas marítimas y terrestres, y territorios totalmente desconocidos.
La narración de Antonio Pérez Henares no es un canto ni una loa al comportamiento heroico de los españoles. Describe con realismo y crudeza los episodios viles, cobardes y miserables realizados por los españoles en el momento de la conquista, frente a los nativos que defendían su tierra y su forma de vida. Exactamente igual, describe los comportamientos heroicos de hombres buenos que sabían, que gracias a las penurias pasadas, que “las afrentas del pasado no importaban (…) y su misión era conquistar nuevas tierras para sus reyes, incorporar nuevas almas a la fe de Dios, deseando, por encima de todo, retornar a España ricos con fama y honores”.
La novela tiene un armazón complejo que Pérez Henares maneja de manera extraordinaria, logrando que el lector disfrute con una narración, muy bien ordenada, de episodios históricos contados, en un magnífico lenguaje con marcado acento de castellano antiguo, en los que demuestra, una vez más, que es capaz de dibujar personajes: reales y de ficción, soberbios con precisión en el trazo. Narra de manera rigurosa, con una pátina de realismo, situaciones en las que las conjuras, traiciones y mentiras provocadas por las envidias y odios empañaron los valerosos logros realizados por sus compatriotas. Fueron muchos los enfrentamientos entre españoles que dificultaron el avance del descubrimiento y conquista. Pérez Henares incluso llega a replicar tabernas, que más bien parecen mentideros, en donde las noticias corren y se transmiten con celeridad.
Escritores como Antonio Pérez Henares, con libros cómo La Española, consiguen que la novela histórica siga gozando de buena salud y viva magníficos tiempos, logrando que los lectores disfrutemos de historias noveladas que nos entretengan y nos acerque, gracias al arduo proceso de estudio y documentación, a la visión de una historia real y sin distorsiones. La Española es una novela muy recomendable por rescatar muchos entresijos de lo que se desarrolló, con el paso de los años, en lo que fue el inicio del proceso de multitud de descubrimientos y conquistas.
Antonio Pérez Henares afirmó repetidas veces, en medios de comunicación, que considera esta historia “como algo muy vivido”, ya que desde el momento en el que con su amigo Miguel de la Cuadra Salcedo recorrió, durante varias ediciones de la grabación de “La Ruta Quetzal”, los parajes de las islas Caribes y los territorios de Centroamérica, tomó conciencia de que debería escribir la historia del inicio del descubrimiento del Nuevo Mundo por parte del Viejo Mundo.
El libro de Antonio Pérez Henares, con sólo su narración, ya es una obra de arte. Pero además el libro está vestido con una sobrecubierta —portada, lomo y contracubierta— que es otra obra de arte gracias a la pintura de Augusto Ferrer Dalmau, pintor cuyas obras nos abren una ventana por la que podemos asomarnos a la Historia. En este cuadro recrea el desembarco de Alonso de Ojeda, uno de los protagonistas de la novela, en la Guajira.
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Autor: Antonio Pérez Henares. Portada: Augusto Ferrer-Dalmau. Título: La Española. Editorial: HarperCollins. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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