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Una novela negra sociológica

Una novela negra sociológica

A David Mamet se le conoce sobre todo por sus guiones cinematográficos y sus obras de teatro. También ha dirigido películas y escrito un buen número de libros, la mayoría de ellos ensayos sobre el arte de la dramaturgia y sobre diversos aspectos de la cultura. Su obra narrativa es limitada. Tanto es así que Chicago es su cuarta novela y está escrita veinte años después de la anterior.

"Mike Hodge y Parlow son dos veteranos de la Primera Gran Guerra que en su vida civil han recalado en el Chicago Tribune"

Chicago deja de ser la novela negra que todos esperamos cuando Mamet, fiel al oficio que mejor sabe hacer —el de dramaturgo—, prescinde de cualquier recurso literario que no sea el diálogo. También se desdibujan los presupuestos del género cuando lo que prima es el análisis de la suciedad de una ciudad en un momento concreto y muy peculiar de su devenir. Así pues, este libro es una radiografía urbana camuflada bajo el disfraz de la novela policíaca. El autor también se explaya en la disección de su protagonista a través de toda una tipología de diálogos que va desde interrogatorios más o menos explícitos para desentrañar los crímenes que dan origen a las pesquisas hasta delirantes conversaciones con diversos personajes.

Mike Hodge y Parlow son dos veteranos de la Primera Gran Guerra que en su vida civil han recalado en el Chicago Tribune como cronistas de una realidad que es más bien un trampantojo de algo más complicado y sucio que acontece tras los decorados más o menos elaborados de las convenciones sociales. El enorme gasto en flores para los entierros esconde claves para seguir la trayectoria de las distintas facciones mafiosas que son las auténticas dueñas de un Chicago que destaca por su altas cotas de delincuencia y corrupción.

"Sin embargo, en esa caída libre hacia la perdición no deja de latir una idea: quiere vengar la muerte de una chica inocente"

Siguiendo las pistas de los adornos mortuorios, Hodge se enamora de una florista irlandesa que es asesinada delante de él. La muerte violenta de Annie Walsh funciona como punto de inflexión de una historia que navegaba por mares muy calmos. Es entonces cuando Mike inicia un descenso a los infiernos del delirium tremens alcohólico. Este proceso autodestructivo se desata al verse privado del ser amado. El demonio de la culpa también tiene su responsabilidad en el camino hacia la nada que emprende el periodista. Él está convencido de que han matado a Annie por su culpa, como aviso para que deje de investigar cómo se han hecho los gánsteres, tanto italianos como irlandeses, con ametralladoras Thompson, aquel subfusil tan popular entre las bandas norteamericanas durante los años de entreguerras, de letal potencia de tiro y triste recuerdo.

Sin embargo, en esa caída libre hacia la perdición no deja de latir una idea: quiere vengar la muerte de una chica inocente. Pero antes tiene que salir del pozo de desesperación en el que se ha ido hundiendo cada vez más. Solo es imposible, pero con la ayuda incondicional de Parlow, un tipo de vuelta de todo, algo cínico, pero que como amigo no tiene precio, Mike resurgirá de sus cenizas para poner un poco de orden en ese mundo desequilibrado.

"Mamet ya había utilizado el recurso de analizar la sociedad a partir de la investigación de un crimen en La vieja religión "

Así, a través de diálogos, más sosegados antes del asesinato y más frenéticos durante la fase alcohólica y una vez superada ésta, Mamet va descubriendo los secretos de un hormiguero humano donde la violencia es moneda de cambio común. Entre los interlocutores del atribulado Mike Hodge destaca su colega Parlow, filósofo de cuerpos y almas a tiempo completo, y Peekaboo, mujer de raza incierta y belleza enigmática, que regenta un burdel desde el que observa con una mirada clarividente todo lo que ocurre más allá de las paredes de sus dominios. Pero hay más, muchos más, que con sus palabras van componiendo el puzzle de Chicago y sus misterios. Periodistas sabios y estoicos, soplones y rateros de poca confianza, policías sobornados y policías honestos, mujeres acosadas, un diplomático británico empeñado en acabar con el IRA y hasta el mismísimo Capone colocan su pieza no solo para esclarecer la muerte de Annie Walsh, sino para ofrecer un panorama del devenir de la ciudad y de sus demonios ocultos.

Mamet ya había utilizado el recurso de analizar la sociedad a partir de la investigación de un crimen en La vieja religión (1997). Leo Frank, judío y director de una fábrica de lápices en Atlanta, fue acusado de la violación y el asesinato de una de sus trabajadoras: Mary Phagan, de 13 años. Frank fue linchado por un grupo de exaltados que no aceptó la conmutación de la pena capital por una cadena perpetua. Seis décadas después se pudo demostrar su inocencia. Mamet utilizó este suceso ocurrido en 1915 para establecer la magnitud del antisemitismo en Estados Unidos y poner de manifiesto el enfrentamiento entre clases sociales, grupos étnicos y religiones.

En Chicago es un crimen nacido en la ficción el que abre la puerta al escenario verdadero de la ciudad de los gánsteres. Allí donde viven los clanes irlandeses, reconcentrados en sí mismos; la mafia italiana, más ruidosa a la hora de la violencia; los judíos, intentando sacar tajada de cualquier sitio; y los negros, campando en los márgenes de la propia marginalidad. Un mundo que, como se puede comprobar, posee hasta relaciones internacionales como se demuestra con la conexión entre la delincuencia organizada irlandesa de Norteamérica con el IRA, el brazo armado del nacionalismo gaélico.

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Autor: David Mamet. Traductor: Efrén Del Valle Peñamil. TítuloChicago. Editorial: RBA. VentaAmazonFnac y Casa del Libro.

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