El escritor y periodista afincado en Girona Matías Crowder se adentra en la mente del asesino en serie Joan Vila, conocido como «el celador de Olot», en una novela de no-ficción en la que ofrece un relato íntimo sobre las once muertes de ancianos que causó en un geriátrico hace más de una década.
Según ha descrito Crowder a EFE, Joan Vila llegó a su vida cuando él era colaborador del Diari de Girona, en un momento donde el caso «era el boom» y todos los periodistas de entonces buscaban «alguna pista, algún comentario, algún testimonio». Crowder ha relatado que no pudo consultar el sumario hasta que comenzó a ser de libre acceso, después de la condena a 127 años de prisión a Joan Vila, aunque los detalles en aquel momento no interesaban tanto, porque «lo que decía no iba a ser noticia» pese a tener grandes puntos de interés. «Me di cuenta de que había muchas cosas que no se habían dicho, que el lector no sabía», como por ejemplo la descripción de las víctimas, de las que «se sabe muy poco», simplemente que eran ancianos, pero poca cosa más. El libro recoge entre sus páginas un relato de quiénes fueron estas personas cuya vida fue segada antes de tiempo por Vila, sus diálogos con el verdugo, en el que muchos de ellos confiaban, y cómo se produjo cada uno de estos decesos desde la mente del criminal.
Es un texto que también ahonda en la historia de Joan Vila, impactado por la muerte desde muy joven y que ha llevado una vida desdichada que le disgusta y de la que huye, escondiéndose en un mundo de fantasía que había creado a medida en su mente. «Cada vez que el mismo ser humano se intenta suprimir, de alguna forma se empieza a construir su otro yo», destaca Crowder, tras afirmar que toda la vida de Vila es «supresión» y, por tanto, formación de este «otro yo», que es lo que «le da el poder, le va a hacer gozar» de los crímenes.
Para el autor, lo más impactante de su comportamiento fue que «aparte de ser un malvado, era un traidor», porque sus víctimas depositaron su confianza en él y «abusó de ellas solamente para sentir poder». Crowder explica que es difícil saber con exactitud si Vila se enorgullece de los crímenes, aunque pueda parecer que sí, porque «él se acopla a lo que tú estás diciendo, es como si no tuviera una verdad propia, sino que intenta adaptarse a lo que tú dices para caerte bien».
En cuanto a su necesidad de matar, el libro refleja cómo el celador tenía cada vez más ímpetu por segar la vida de sus víctimas, y que los crímenes también se acortan en el tiempo, puesto que los tres últimos se cometieron en tan solo una semana. «Era muy metódico, pensaba mucho cada crimen (…). Por más que generalmente por las noches él estaba bastante bebido y tomaba sedantes, analizaba y pensaba muy bien sus movimientos, no lo hacía por una pulsión», explica Crowder.
Su relato de no-ficción entronca con una larga tradición literaria de autores como Truman Capote o el argentino Rodolfo Walsh, un género muy particular que plasma toda la realidad a través de la novela, donde el autor se entromete tanto en la intimidad de los personajes que pudiera parecer que son ellos mismos. El sumario incluye los estudios psiquiátricos que se le hicieron al famoso asesino en serie, lo que han permitido a Crowder conocer de primera mano la personalidad de Vila, así como varias fotografías de las exhumaciones que no se han hecho públicas por respeto a las víctimas y a sus familiares.
Con esta novela, el autor ha «cerrado el círculo» tras diez años profundizando en el caso y, aunque no era el propósito inicial del libro, siente que ha podido homenajear a unas víctimas a las que el celador de Olot arrebató la vida antes de tiempo.
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