Inicio > Poesía > Una pequeña fiesta llamada eternidad, de Gabriela Wiener

Una pequeña fiesta llamada eternidad, de Gabriela Wiener

Una pequeña fiesta llamada eternidad, de Gabriela Wiener

Foto: María Ródenas.

Gabriela Wiener es una escritora y periodista nacida en Lima, Perú, en 1975. Reside en Madrid y ha publicado los libros narrativos Sexografías (2008), Nueve lunas (2009), Llamada perdida (2014) y Dicen de mí (2018); la novela Huaco retrato (2021); y los poemarios Ejercicios para el endurecimiento del espíritu (La Bella Varsovia, 2014). Sus textos han aparecido en antologías nacionales e internacionales y han sido traducidos al francés, inglés, italiano, polaco y portugués. Sus primeras historias se publicaron en la revista peruana de periodismo narrativo Etiqueta Negra. Fue redactora jefa de la revista Marie Claire en España y columnista de The New York Times en español. Hoy escribe una columna para Público. Ganó el Premio Nacional de Periodismo de Perú; por un reportaje de investigación sobre un caso de violencia de género. Es creadora de varias performances que ha puesto en escena junto a su familia. Recientemente escribió y protagonizó la obra de teatro Qué locura enamorarme yo de ti. Presentamos el poema que abre su último libro de poemas publicado, Una pequeña fiesta llamada Eternidad (La Bella Varsovia, España, 2023; Los Libros de la Mujer Rota, Chile, 2023), una obra repleta de elementos pop que habla de un mundo a punto de acabarse pero con lugar, todavía, para la esperanza; unos textos en los que se baila como bailan los cuerpos al ritmo del amor, la rabia y las decepciones; unos poemas donde se mezclan las hogueras y la purpurina, un libro en el que Gabriela Wiener se asoma hacia la eternidad que sigue a la derrota y nos lo cuenta mezclando lo político y lo personal.

***

AMA RÁPIDO

No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.

José Watanabe

Somos como ese niño poeta al que han hecho
un encargo imposible:
cuidar un bloque de hielo expuesto al sol.

Así, cada día, aprendo a cumplir con la vida,
a lidiar con la fugacidad,
a cenar temprano,
a charlar intensamente,
a dormir poco.
Pincho la música fuerte en la sobremesa.
Bailo antes del postre.
Me tomo la cerveza antes de que se caliente.
Me salto los preámbulos del amor.
Pero no me doy prisa.
No corro.
Ya no quiero llegar a ningún lado.
Solo quiero que no se acaben las cosas,
quiero hacerle un agujero negro
a este instante
y meterme por ahí
y alargarlo lo máximo
como una mina secreta,
expandirlo como se expanden
las cosas que no sabíamos que eran profundas.

Solo pienso en propagar la energía
más inútil posible,
enchufarme a la pared,
recargar, irradiar hasta el fin.

Me dan ganas de organizar
una pequeña fiesta llamada Eternidad,
como en mi adolescencia limeña
de apagones y bombas y ron con naranja.
Y secuestrar a las personas
que se han atrevido a visitarme
y que terminarán inevitablemente
fugando como se fuga el hielo.

Porque la noche también se acabará
y también el toque de queda se acabará.

No os vayáis, lloriqueo, no os vayáis,
quedaos conmigo.
Solo un rato más.

Me siento como cuando mi mamá
se fugó a Coina con nosotras
y nos podía coger en brazos
a mi hermana y a mí a la vez,
como un animal muy grande
huye de papá oso.

Como cuando me metí en las aguas verdes
de Quistococha
con cien niños libres y salvajes
salpicándonos la vida.
Y él me miraba ser desde la orilla.
No, la vida no es corta,
la vida es un viaje en mototaxi.
Es mi abuelito de 104 años
en un bus camino a Chiclayo
para comer chifles, pescar
y abrazar un árbol.

Y escribo lo primero que se me ocurre.
Y recupero el primer número de teléfono
de marcación reciente.
Y escucho, nada más que escucho.
Y digo te quiero aunque sea pronto.
Y digo te necesito aunque aún no te necesite.
Y si me preguntan
qué hacer les digo lo que pienso.
Y si me ofrecen algo lo acepto.
Y si me piden perdón lo doy.
Y si me tiran odio lo devuelvo.
Y si me sacan de aquí me voy.
Y si me piden que regrese vuelvo.
y si me preguntan si deben hacerlo
les digo que lo hagan.
Y si quieren follar conmigo,
follo contigo.

Y me siento
como cuando el profesor de educación física
nos decía que trotáramos sobre el sitio.
Así estamos,
trotando en el sitio,
corriendo sin movernos,
llegando sin habernos ido.

Por eso prefiero amar rápido,
como dice el sol, y amarlo todo,
absolutamente todo,
derritiéndose cada minuto,
dejando nuevas formas puras en el mundo.

—————————————

Autora: Gabriela Wiener. Título: Una pequeña fiesta llamada Eternidad. Editorial: La Bella Varsovia. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

4.3/5 (52 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

1 Comentario
Antiguos
Recientes Más votados
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
Tlalohqueh Nahua
Tlalohqueh Nahua
1 año hace

Encantadora prosa. Gracias. Bendiciones eternas.