Una teoría de la narración

La idea que está en el origen de este libro es que la historia de la literatura es una sucesión de variaciones sobre los mismos temas. Y que la obra de un escritor es el viaje interminable alrededor de unas mismas obsesiones. En 1988 Enrique Vila-Matas publicó la novela titulada Una casa para siempre, que reproduce las memorias de un ventrílocuo, un hombre atormentado por un crimen y por la idea de tener una sola voz para contar su historia. Mac y su contratiempo vuelve a esta idea y se propone, treinta años después, la reescritura de algunas obsesiones que estaban ya en aquella novela.

En este caso el narrador se llama Mac, ha cumplido los sesenta años, es un debutante como escritor y, sin embargo, ya sueña con tener un libro póstumo e inacabado. Mientras tanto, decide comenzar un diario: “simplemente escribir todos los días, a ver qué pasa” (pág. 11). En él se propone reescribir el libro de un reconocido escritor barcelonés que vive en su mismo barrio, el ficticio Ander Sánchez, que es el autor del ficticio libro de cuentos titulado Walter y su contratiempo. El resultado de ese empeño es una reflexión sobre la escritura, sobre la exigencia impuesta de escribir con voz propia, sobre la tradición literaria, sobre la improvisación, la creatividad y la repetición como método artístico.

La repetición es el gesto humano por excelencia, se afirma desde las primeras páginas de esta novela. “Todos somos repetidores”. Los escritores también lo son. Escribir es el intento fallido por encontrar respuestas: de ahí surge la necesidad de seguir intentándolo. El arte es repetición. La literatura de Vila-Matas, también. Y esta novela es un ejemplo. En ella se pregunta si “llegamos en la vida a hacer algo que no sea la repetición de algo ya previamente ensayado y realizado por quienes nos precedieron” (pág. 22). Mac y su contratiempo es el diario de un hombre que reescribe los relatos de otro autor, por lo que el libro se convierte en una caja china que contiene varias historias, contadas de forma resumida y comentadas en forma de glosas por la voz interpuesta del autor que escribe el diario. Así, la interpretación, las ideas y el tono ensayístico se imponen sobre lo narrativo, como es habitual en las obras de Vila-Matas.

La literatura no hace más que reescribir la tradición. Aquí esa tradición está formada por varios autores que representan distintas formas de cuentos literarios: Cheever, Carver, Borges, Hemingway, Malamud, Djuna Barnes, Chesterton, Edgar Allan Poe. Son los autores que se citan al principio de cada uno de los relatos. Pero también hay referencias en el libro a Isak Dinesen, Ana María Matute, Perec, Stevenson y otros. Esta novela constituye, así, una poética del arte de contar.

No hay que buscar en Mac y su contratiempo una trama compleja. Vila-Matas hace literatura con los episodios triviales que vive Mac, con sus lecturas y con la reescritura de los cuentos. A lo largo de sus páginas el autor expone de forma explícita su teoría del relato, y especialmente en los últimos capítulos, cuando Mac se embarca en un viaje a los orígenes de la narración. Entonces describe la sensación tierna y amarga a la vez de reconocerse en “todos los componentes de esa lenta caravana de historias de anónimas voces y de anónimos destinos que parece confirmar que hay cuentos que se introducen en nuestras vidas y prosiguen su camino confundiéndose con ellos” (pág. 301). Desde las plazas de Marrakech, desde las playas de Berenice o en el oasis de Douz, al sur de Túnez, el libro evoca el origen de los relatos orales, y expone la idea de que la historia de la literatura se ha construido a partir de sucesivas variaciones de antiguos relatos que hoy desconocemos.