No lo tenía fácil Miqui Otero para cumplir las expectativas de los lectores después de sus previas novelas y, sin embargo, Orquesta sorprende y, sobre todo, funciona como un reloj en toda su complejidad a pesar de que parece escrita casi sin esfuerzo, con gusto. Esto último puede deberse en parte a que la propuesta suena de lo más humilde: no cuenta otra cosa que una verbena, la verbena que reúne cada año a todas las generaciones del pueblo gallego de Valdeplata. Pero a la vez, en su desarrollo, en su estructura y en el hallazgo de su peculiar narrador, apunta y llega más alto: por un lado retrata al detalle ese pueblo, con un abanico heterogéneo y extrapolable de personajes, por otro nos transporta a una fiesta que resulta familiar, una fiesta que nos recuerda a todas nuestras fiestas.
Alternados con los capítulos de la música leemos los monólogos de diez personajes de distintas edades que van pasando desde el más anciano hasta el más pequeño, como en una cuenta atrás, una celebración de la vida humana en todas sus formas. Las voces de estos personajes demuestran también, aunque de otra forma, el buen oído de Miqui Otero. Así el cincuentón que invierte en criptomonedas no se aguanta sin salpicar su discurso de palabrotas, el veinteañero que aparece de visita e idealiza el pueblo habla con sus bro y sus random, la alcaldesa de sesenta y tantos presume de una especie de conservadurismo punk y dice mucho “bombón”, la treintañera que echa una cana al aire para huir de una relación insatisfactoria habla con hastío del pueblo, el septuagenario que se embute en un vestido de lentejuelas para ser por primera vez libre se dirige a su sobrino con voz cariñosa…
La red que vamos descubriendo tras estas voces está tejida con relaciones familiares y afectivas, pero también con innumerables conflictos: amores frustrados, identidades amedrentadas, traiciones entre padres e hijos, rencillas que se heredan generación tras generación… El tapiz resultante dista mucho de dar una visión idealizada del mundo rural o de la tierra de nuestras raíces. Sobre esa idealización un pasaje dice: “Todo es mejor en el pasado, porque no estás ahí, tal y como un sitio es más bonito, y menos peligroso, en el momento de irte”. Y pese a la mirada desengañada, esta multitud heterogénea está presentada con una generosidad y una ternura que nos anima a empatizar con casi todos los personajes.
La narración va absorbiendo a los concurrentes a medida que leemos sus monólogos, y la música, como un embudo, va incorporándolos con todo su peso en la verbena. Desde el principio, desde ese prólogo de dos páginas que anuncia “no vais a olvidar esta noche jamás”, sospechamos que la propia verbena servirá de catalizador para los problemas de los habitantes de Valdeplata, pero no sabemos cómo. Mientras se caldea la reunión, mientras la música y el alcohol van avivando el arrojo de los vecinos, nos preparamos para descubrir qué clase de catarsis les espera.
Orquesta es la novela de una verbena (sencilla, como cualquier otra), pero también es la novela de las verbenas. Detrás de la exploración de la música como motor emocional y detrás del repertorio de personajes, existe un propósito totalizador que, por suerte, no está tratado con solemnidad ni con ínfulas, sino que se encuentra aligerado por el desenfado. Es una novela calculada, pero se pasea por su estructura milimétrica con buen humor y con una fluidez natural.
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Autor: Miqui Otero. Título: Orquesta. Editorial: Alfaguara. Venta: Todos tus libros.
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