Foto de portada: Joan Morejón / Edicions del Periscopi
Manon Steffan Ros escribió un libro juvenil que resulta que están leyendo los adultos. Lo publicó en una pequeña editorial, pero la crítica reparó en su calidad y, además de otorgarle galardones tan meritorios como la Medalla de Oro del National Eisteddfod o Premio al Mejor Libro del Año, la convirtió en la novela en galés más leída de la década. ¿El motivo? La defensa de la lengua como vehículo de transmisión cultural.
El Libro Azul de Nebo insinúa un cataclismo nuclear y señala a la central de Wylfa (Gales) como posible germen del desastre, sin por ello dejar de apuntar otras posibilidades, como por ejemplo un revés climático. «Mis padres eran activistas medioambientales y defensores de la lengua galesa, y yo me crie en un ambiente de manifestaciones y protestas —cuenta la autora durante la entrevista a Zenda—. Recuerdo que de pequeña soñaba que la central nuclear estallaba y nos mataba a todos. Con los años esas pesadillas desaparecieron, pero han vuelto tan pronto como me he convertido en madre».
Como se deduce de las palabras de Steffan Ros, la novela no es sólo una llamada de atención hacia el futuro que nos espera si no cambiamos nuestro modo de vida tanto en lo tocante al consumismo como en lo referente a la obtención de energía, sino también una defensa cerrada del galés como idioma minoritario que conviene proteger. Y no es difícil imaginar que ha sido este último aspecto el que ha hecho que, al menos en su país, el libro se convierta en un éxito de ventas. Porque hay un momento en que la protagonista de la novela, consciente de la necesidad de que su hijo se culturice, visita la biblioteca de pueblo y se apropia de todos los ejemplares escritos en dicha lengua. «Entiendo que, cuando publicas un libro así, la gente piense que detrás hay una declaración política —explica la autora, que por cierto también forma parte del dúo musical Blodau Gwylltion—. Pero no ha sido esa mi intención. Yo pienso en galés, hablo en galés y escribo en galés, así que para mí lo normal es tratar de proteger mi cultura».
Actualmente, el galés es un idioma hablado por unas 800.000 personas que, aun gozando de buena salud, debe ser protegido por las autoridades locales. Pero, evidentemente, toda ayuda es poca. Y Steffan Ros ha puesto su granito de arena al añadir al argumento de El Libro Azul de Nebo un surtido de referencias a títulos imprescindibles de su literatura, y al mostrar el modo en que el pasado, en este caso prenuclear, puede ser rescatado a través de la lectura. «Mi novela está siendo publicada en muchos idiomas y siento una alegría inmensa cuando abro cualquier edición traducida a una lengua que no domino y veo los nombres de los autores galeses en sus páginas. Cuando eso ocurre, comprendo que he hecho algo importante por mi idioma», dice la autora.
No obstante, Steffan Ros hace también una defensa del inglés y reivindica que aquellas personas que tienen la inmensa suerte de ser bilingües usen ambos idiomas con la misma pasión. Y la prueba de la sinceridad de sus palabras se encuentra en el hecho de que ella misma haya traducido su libro a la otra lengua oficial de su país. A este respecto, tal vez sea interesante recordar que Angharad Price, autora galesa que hace unos años publicó La vida de Rebecca Jones (Rata), comentó en cierta ocasión que no traducía ella misma sus libros al inglés porque hacerlo «sería como tocar un piano con guantes». Es una imagen de una fuerza extraordinaria, que además muestra una realidad que aquí, en España, también vivimos. Las literaturas catalana, euskera y gallega cuentan con representantes que traducen sus propias obras al castellano y con otros que no se atreven a hacerlo, siempre dependiendo de la relación de intimidad que cada uno de esos escritores tenga —o tuviera en su infancia— con el castellano. Esta riqueza idiomática, como dice Steffan Ros, es lo que engrandece la literatura.
No es de extrañar, pues, que la novela haya sido acogida con entusiasmo en Cataluña, donde también ha sido publicada bajo el título El Llibre Blau de Nebo (Periscopi). Pero no sólo lo ha sido por el tema lingüístico, sino también por su enorme parecido a un clásico de la literatura catalana: Mecanoscrit del segon origen (Mecanoscrito del segundo origen). Igual que su colega galesa, Manuel de Pedrolo concibió su distopía como una novela juvenil, pero el público adulto enseguida lo integró al imaginario colectivo. La historia presentaba a dos chicos, una especie de Adán y Eva del futuro, como los únicos supervivientes de un apocalipsis extraterrestre, e insinuaba la posibilidad de que, gracias a ellos, la nueva Humanidad tuviera el catalán como lengua imperante.
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Autor: Manon Steffan Ros. Título: El libro azul de Nebo. Editorial: Seix Barral. Venta: Todostuslibros y Amazon
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