Unbuilt, el nuevo poemario de José Antonio Buil, es un guiño a su apellido y al vocablo inglés que define “lo no construido”. Un edificio poético basado en la irrealidad de la arquitectura como espejo de la realidad humana; la obra plasmando al creador en un juego que simula una paradoja de las ideas.
“Que yo sepa, carezco de huella vivencial del mundo de la arquitectura que pueda explicar la necesidad impertinente de poetizar algunos de aquellos bocetos y dibujos. El caso es que pasé días y momentos de apuro pensando en ellos, varias veces estuve a punto de renunciar y olvidarlo todo. Luego me di cuenta de dónde me había metido: desarquitectura, arquitectura de lo inmaterial, las unbuilt ideas y proyectos del arquitecto holandés Rem Koolhaas, un editorial de Aurelio Vallespín en la revista de arquitectura y urbanismo ZARCH (nº 6, 2016) de la Universidad de Zaragoza sobre ideas no construidas… y todo lo demás. La gestación de Unbuilt acababa de empezar”, nos cuenta el propio autor sobre la inquietante pregunta del alumbramiento de Unbuilt.
UNBUILT
No merece la pena la pregunta
dónde se erige lo no construido,
de qué está hecho lo que no se hizo,
la idea que se extingue
consumida por su propio abandono.Grandes planos, bocetos y dibujos,
espacios y edificiosque no se construyeron,
puentes colgantes, muros y pilares
que más tarde cayeron derruidos.Cada obra diseña su proyecto,
cada trazo calcula su relieve
con atenta meticulosidad,
pero a veces sopla el viento del no,
es un viento de escombros sin origen,
es el viento de las demoliciones,
el que no se resisteal brazo de la pala excavadora,
al derribo de sus alrededores,
el que viola y penetra los recintos,
doblega voluntadesy abraza la imperfecta
realidad que somos…
Una gran parte de Unbuilt (editorial Cuadernos del Laberinto) está compuesta por poesías que reflejan escenarios, proyectos de construcciones que no se llevaron a cabo o solo lo hicieron parcialmente, transformaciones de espacios construidos, escenarios míticos, monumentalidad enigmática y legendaria. Son imágenes y símbolos de grandiosidad, en definitiva, que impactan en el poeta y son devueltos a la realidad pasados por un filtro de conmoción perceptiva y que son la base para proyectar el poema. Así nos encontramos, por ejemplo con la sugerente historia de que en 1908 el arquitecto español Gaudí recibió el encargo de construir en Nueva York, en la zona de Manhattan, un hotel-rascacielos de 360 metros de altura —el más alto de mundo en aquel entonces—. La cúspide del edificio estaría rematada por una grandiosa estrella y el interior contaría con cinco salones con los nombres de los cinco continentes. De este proyecto, que no llegó a realizarse, se tuvo conocimiento gracias a las memorias de Joan Matamala, colaborador de Gaudí. En 2003 la Real Cátedra Gaudí propuso al Ayuntamiento de Nueva York construir el Hotel Attraction en la Zona Cero, propuesta que no tuvo buena acogida.
O la sorprendente historia del CENOTAFIO DE NEWTON, otro proyecto que no llego a realizarse y que el arquitecto francés Étienne-Louis Boullée proyectó en 1784 (cuyos dibujos y planos se guardan en la Biblioteca Nacional de Francia). La estructura, basada en los mausoleos romanos, era una esfera hueca de 150 metros de alto y cubierta, en su base, por cipreses. Además contaría con tres terrazas en la que se situaban círculos concéntricos de cipreses. Esta grandiosidad reflejaría un universo que serviría como homenaje a la ley de la gravitación universal que Newton descubrió.
la historia que gravita sobre este cenotafio
que no sabe de números,
que no sabe de límites,
que no sabe de emblemas ni salmos laudatorios,
ni por qué —nadie sabe aún por qué—
esa tumba sin cadáversigue ahí sin construir.
En una de sus clases magistrales en Oviedo, el profesor Gustavo Bueno, fundador del materialismo filosófico en España, aseguraba que la auténtica misión de la filosofía no es construir ideas sino demolerlas. Ideas y sistemas de ideas que pretenden conocer y explicar el mundo, algo inútil, porque el saber que nos proporciona la filosofía lo único que consigue es relacionarlas, trasladarnos de unas a otras en distintas perspectivas, pero sin llegar a descubrir la realidad profunda y primaria de las cosas, a la verdad esencial y única. En todo caso —añadía el profesor Bueno—, la filosofía sirve para ordenar esas ideas hasta convertirlas en una papilla digerible que sigue un curso incierto sin llegar a producir ningún elemento de verdad objetiva o de certeza, ningún producto que pueda definirse como resultado propio de su campo de estudio. Otros pensadores como Derrida no se alejaron mucho de esta perspectiva, que nos dice que la filosofía es una experiencia de lo imposible.
Teniendo esto en cuenta, y puesto que tampoco hay poesía sin ideas, quizá la poesía se podría comportar de un modo parecido. Aparentemente, la poesía es una utilización del lenguaje para construir símbolos y representaciones de contenidos mentales de su autor, pero ese construir surge a raíz de una interpelación al mundo en general, a sus formas y a sus líneas. Esa interpelación es fruto de un estado mental reactivo provocado en el poeta tras una aproximación intuitiva y arriesgada a la realidad exterior e interior, a su propia conciencia, en suma, que puede llevar a destruir, deconstruir o demoler una realidad vivida. Esta reacción podría estar motivada por un intento atávico de recuperar el equilibrio primigenio del ser humano —in illo tempore— con el entorno y consigo mismo que nunca alcanzará. Pero a pesar de ello lo intenta, lo intenta a través del lenguaje valiéndose de la arquitectura de palabras y sintagmas tras un proceso deconstructivo de la forma proposicional y denotativa que se utiliza en el lenguaje común o narrativo. Dicho de otro modo, cuando hacemos poesía, primero, o bien hay que partir de un supuesto real sacado de su contexto, o bien directamente de uno irreal, imaginario y ficticio en el que previamente hemos tenido que desordenar la realidad percibida y deconstruirla para después, con esos mismos materiales u otros añadidos, reconstruirla siguiendo un código de expresión artística y creativa que permita extender el conocimiento y las sensaciones más allá del dominio lógico-formal del lenguaje y trascenderlo hacia terrenos ignotos, inexplorados (inéditos) donde no obstante —y sorprendentemente— encontramos huellas de algo o alguien que en otro tiempo los habitó y ahora nos invita a redescubrir.
VIGAS
Solo somos residuo caminante,
resto cerámico,tornillos,
suelas de goma,
lentes de vidrio,
mezclas bituminosas en la cara,
fuego y estopa,
barriles de petróleo,
molde rellenode huecas vanidades,
vigas de madera apuntalada
con calzas de cartón…
Pero qué hay de todo esto en Unbuilt: Hay asombro y extrañeza ante los elementos arquitectónicos y ante la palabra, pero aparentemente no hay deconstrucción, no hay demolición. Además entran en escena espacios y elementos urbanos comunes que son desgajados del conjunto urbano-arquitectónico al que pertenecen o pertenecieron, aislados de su posición de origen para, en primer lugar, ser identificados y focalizados, y a continuación, consecuencia del efecto refractario y defensivo del poeta, provocar una dislocación en el mecanismo articular de su estructura material o ideográfica. En estos poemas, más que intentar demoler se produce un rechazo, un desvío, una reacción elusiva del elemento agresor que se le viene encima, podríamos decir que en defensa propia (el poeta siempre intenta zafarse y defenderse de sí mismo y del entorno que percibe amenazante). Rechazo de ese espacio o elemento que a veces intenta restituir a su estado de origen sin lograrlo, a causa de los daños y secuelas irreversibles provocadas en el conjunto.
CORAZÓN
No es difícil pintar un corazón,
su dulce simetría lobular
mientras suelta un latido,
pero nadie te ayuda con el cálculo
de su flujo de sangre
cuando duda y se siente temeroso,
cuando llega el instantedel arrepentimiento.
El poeta encuentra el remanso que habita en su propio espacio interior, en el recuerdo del pasado, en la kunderiana levedad de su periplo existencial, ahora ya lejano. En el penúltimo poema, “Imagen”, lo apreciamos claramente. Pero es en el último de la colección, “Palabras”, donde aparece su confesión final, a modo de revelación, señalándonos la puerta de entrada del laberinto que conduce al vellocino de oro de la expresión poética, un laberinto sin retorno posible donde ya no vemos el minotauro, pero tampoco la puerta de salida.
IMAGEN
El confort y su intangible apariencia
de caricia con manos invisibles,
el callado suspiro
que emite el horizonte desde el mar
cuando amanece el día.Hunde tus pies desnudos en la arena,
pinta en las paredes
el color parecido al de una nube
y mira hacia lo alto
cómo aparece por un breve instante
la imagen de añoranza
del muchacho que un día fuimos…
***
I
Porque no son las cosas
las que dictan los versos al poeta,
son las palabras que se mueven,
palabras que componen y destruyen,
alumbran y ensombrecen…
II
Son las palabras que deciden,
palabras que deciden la tristeza
con que mira la cara de la lluvia,
son las palabras que decretan
la esperanza que alivia un desengaño.
III
Son las palabras que nos dicen
y mañana quizá nos contradicen,
palabras que remontan el olvido,
palabras que nos dejan
y que nos acompañan,
o así, tan caprichosamente así,
acortan la distancia
del extraño sentido de la vida…
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Autor: José Antonio Buil. Título: Unbuilt. Editorial: Cuadernos del Laberinto. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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