Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes
es una de las buenas costumbres que nos quedan.Jorge Luis Borges, Los conjurados.
Sherlock Holmes de entre los muertos
Nieto de August Dupin, hijo del Dr. Joseph Belle e hijastro de Doyle, Sherlock Holmes nunca existió. Sin embargo Holmes entra en la exclusiva nómina de los personajes de carne y hueso más allá de la literatura. Se hace real porque el genio, el talento, la oportunidad y la grandeza confluyen en el tiempo y el espacio llenándolo de vida, como si nunca hubiese sido un mero producto de la imaginación de un médico escocés fracasado. Pero nada es casual. A Doyle, como a tantos de nosotros, lo salva la literatura. Hijo de padre borracho y depresivo, aprende a soportar el dolor gracias al refugio que su madre le inculca: la religión católica y los libros. De lo primero se termina curando sustituyendo a Dios por la Razón y la Ciencia. De lo segundo, afortunadamente nunca se repondría, muy al contrario, sus experiencias como cirujano en un ballenero y en un buque de la armada respectivamente, lo sentaron al otro lado de los libros no ya como lector sino como autor, escribiendo con tan solo 20 años sus primeros relatos.
Y así comenzó a forjarse el escritor en paralelo a su personaje: su gusto por la práctica del boxeo; sus estudios sobre venenos, su amistad con el médico forense Joseph Bell, y una fe cada vez más asentada en la inteligencia, la observación y la ciencia de la deducción, fueron dejando al azar, pieza bastante común en las novelas policiales de la época, fuera de la ecuación conandoyliana.
Todo esto, en fin, conduce a Sir Arthur frente su personaje, a la vez consagración universal y personal maldición: Sherlock Holmes, que es amado y odiado a partes iguales por su autor termina adueñándose del mismo al más puro estilo de novela gótica: la criatura fagocita al creador, lo supera y lo domina, y llega a ser tan poderoso que lo obliga incluso a bajar al inframundo y hacerlo regresar de entre los muertos.
Por eso no podía ser más que la Editorial Valdemar la que rescatara esta vez a los dos juntos, Sherlock Holmes y Doyle, de las turbulentas aguas del tiempo y tal vez, del olvido literario. Tantos apócrifos, guionistas, directores de cine, actores, aficionados y consagrados de las letras recurriendo una y otra vez a sus aventuras, terminaron por crear un universo a veces demasiado confuso, enredado y sucio de replicantes sherlockianos.
El Canon Sherlockiano de Valdemar con el impecable trabajo de Juan Antonio Molina Foix, revisa y ordena el conjunto de escritos (novelas y colecciones de relatos) de la autoría exclusiva de Arthur Conan Doyle, que componen la bibliografía del famoso detective.
Historia del Canon de Valdemar
En el año 2000 Valdemar se embarcó en lo que para alguno de nosotros es la aventura definitiva; única; imprescindible: la publicación de los 60 relatos (4 largos y 56 cortos) sherlockianos de Arthur Conan Doyle.
Esta colección de Sherlock Holmes/El Canon, con traducción, introducción y estudio a cargo de Juan Antonio Molina Foix, está compuesta por 9 volúmenes que son los que integran la narraciones completas originales del detective londinense siguiendo la prestigiosa edición de Oxford University Press, “The Oxford Sherlock Holmes” (1993).
Este mes de abril de 2016 acaba de ver la luz el último volumen del Canon: El Archivo de Sherlock Holmes como sus antecesores, encuadernado en cartoné al cromo con las estupendas ilustraciones de portada de Cristina Belmonte Paccini, junto con numerosas notas y material gráfico. Y como no podía ser de otra manera, este último volumen nos reserva inquietantes sorpresas y giros narrativos inesperados. En los relatos que lo integran se aprecia un tono más duro y violento, cercano a la novela negra americana, como en Los tres Garrideb; aunque en otros podemos encontrar componentes de horror gótico (Shoscombe Old Place), elementos sobrenaturales (El vampiro de Sussex), o incluso de ciencia ficción (El hombre que reptaba), además de una novedad: en El soldado de la piel descolorida y La melena de león el narrador es el propio Holmes.
Con este objeto de 22×15 cm de felicidad absoluta, quizás el mejor libro del famoso detective, raro y difícil de encontrar en librerías hasta hoy, Valdemar cierra lo que sin duda es la edición definitiva de las aventuras completas de Sherlock Holmes en español.
Valdemar y sus hacedores
Constantes hasta la patología, frikis de lo imposible, perfeccionistas del terror, Rafael Díaz Santander y Juan Luis González componen una especie de monstruo bicéfalo cuyo cuerpo poderoso se llama Valdemar.
La editorial Valdemar nace hace 27 años de la idea de dos chicos sin trabajo que se lanzan a la aventura de dedicarse a su pasión sin apenas medir las consecuencias de su osadía cambiando, como cualquier científico malévolo con su experimento, la vida de miles de personas; lectores a la caza de historias terroríficas contadas por los mejores autores cuyos nombres-una lista interminable-, quedarán ya para siempre ligados al de la editorial Valdemar: Poe, Maturin, Maupassant, De Quincey, Mary Shelley, E.T.A.Hoffmann, Bram Stoker, Gaston Leroux… .Los lectores españoles nos acostumbramos a buscar en las librerías aquellos libros bellamente encuadernados en tapa dura con sus portadas oscuras; sus títulos tentadores y sus sugerentes ilustraciones y a identificarlos como el portal de entrada hacia lugares insospechados y absolutamente deseables.
Porque al principio Valdemar era el misterio; lo prohibido; la literatura fantástica de adjetivos imposibles; de terribles desenlaces; de apocalípticos paisajes acogedores de donde nunca querías marchar; imposible abandonar sus páginas olorosas de buena tinta, de cuidada encuadernación y vibrantes ilustraciones pobladas de eruditos y de locos.
Los libros editados por Valdemar han tenido desde sus comienzos la capacidad de transformarse en objetos de singular belleza y calidad, reconocibles en los estantes de librerías y bibliotecas donde señorean sus lomos con dignidad de bibliófilo, orgullosos de su ya larga vida de más de un cuarto de siglo.
Con el tiempo y el entusiasmo suicida de Rafael y Juan Luis, Valdemar se descompone como un cadáver hermoso en fragmentos de inquietud literaria y así, la sombra inconfundible de la testa del macho cabrío se alarga para acoger a sus numerosas criaturas: el Club Diógenes; Clásicos; Avatares; Gran Difusión; Intempestivas; Planeta Maldito, Frontera, Grangaznate, Insomnia… Se trata de las colecciones que componen el catálogo de Valdemar, cada una con su especialidad y sus características singulares y reconocibles en continente y contenido; con sus títulos y autores cuidadosamente elegidos por estos editores para seguir alimentando la sed insaciable y vampírica de los diferentes lectores, aunque siempre con la intención común de abarcar un territorio literario a modo de Jano Bifronte, al rescate del autor histórico clásico u olvidado, tanto como al del escritor contemporáneo maldito y desconocido.
Ocho razones literarias para leer y releer a Sherlock Holmes
1 Fernando Savater confesó con fervor en su Infancia recuperada que “quizá no he amado a ningún personaje de ficción como a Sherlock Holmes”.
2 Borges no sólo reconoce su agrado por el héroe, sino que incluso le dedicó un bello poema donde registra, entre otras evocaciones, que “en Baker Street vive solo y aparte. Le es ajeno también ese otro arte, el olvido”.
3 Cuando T.S. Eliot murió, su viuda confesó a algunos amigos y biógrafos que su esposo solía leerle en voz alta las aventuras de Sherlock Holmes mientras ella le zurcía sus medias.
4 Umberto Eco y Thomas Sebeok editaron un grueso volumen, El signo de los tres, donde concitaron a un conjunto de especialistas para analizar y evaluar las derivaciones literarias, semióticas, sociológicas, psicológicas, entre otras ramificaciones reflexivas, de la obra policíaca de Arthur Conan Doyle.
5 Pérez- Reverte recuperó al personaje de Irene Adler (La Mujer, querido Watson), envolviéndola en una personalidad diabólica y misteriosa, demostrando en la que sin duda es una de sus más perfectas novelas, El Club Dumas, que es posible la interpretación posmoderna del mito sherlockiano.
6 Además de Dickens, nadie había logrado comunicar la atmósfera victoriana con tanto realismo.
7 Richard Lancelyn Green se ocupó de la titánica tarea de seleccionar, de entre cientos de miles de cartas, una muestra representativa (Letters to Sherlock Holmes), ordenada en diez gruesas categorías, de aquellas misivas dirigidas a Sherlock Holmes en donde lo felicitan por su labor, solicitan su consejo o su presencia para resolver un problema o, sencillamente, lo requerían para conversar como si de una persona de carne y hueso se tratase.
8 Quizá uno de los homenajes modernos más entrañables es el que logró Eco con su novela El nombre de la rosa, donde apenas se disfraza la traslación de Holmes por Baskerville, tanto el detective londinense como el fraile de Oxford exhiben cualidades y rasgos prácticamente indistinguibles.
Fuente: https://www.jornada.unam.mx/2008/02/24/sem-adrian.html
Nota: Las ilustraciones de los dos editores «bicéfalos» y el retrato de Conan Doyle, de Andrea Beré, proceden de la web Fabulantes, lugar de encuentro para los amantes de la literatura de género (ciencia-ficción; fantasía y terror), el cómic y la ilustración.
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