La escritora barcelonesa Vanessa Montfort, que acaba de publicar La hermandad de las malas hijas (Plaza & Janés), reconoce que «no hay nada mejor que hablar para tener una relación sana. Es importante tener sentido del humor, porque todos cometemos errores, tanto hijas como madres», dice.
—¿De dónde surge esta novela?
—Me surgió la idea después de la pandemia, porque muchas personas estaban preocupadas por sus mayores. Muchas personas se preguntaban sobre las dificultades geográficas, la falta de tiempo o la calidad del tiempo que pasábamos. Esos acercamientos que surgían al volver al pueblo o a llevarse a los mayores a casa no estaban siendo fáciles. De repente, te dabas cuenta de que las relaciones cambian y que somos seres humanos que nos tenemos que reencontrar y a volver a reentender de adultos. Por eso creía que era necesario abrir un diálogo para entender mejor al otro y desmontar las expectativas que tenemos entre padres e hijos y viceversa. Hay que intentar entender sus circunstancias actuales sabiendo que las mujeres no solo son madres o hijas, sino también seres humanos con necesidades, deseos e inquietudes. En el caso de las madres, algunas tienen que romper un cordón umbilical y no siempre es fácil. Hace falta construir un tiempo de calidad con ellas y saber que la conciliación no solo es necesaria entre las mujeres actuales para ser madres, sino también de los hijos para ser buenos hijos.
—¿Se ha perdido cercanía, transparencia o sinceridad?
—Yo creo que todo tiene que ver con la falta de tiempo o la profundidad. A veces te ves en circunstancias en las que hace mucho tiempo que no hablas con una persona cercana, como puede ser tu madre. Ya no sabes qué relaciones tiene actualmente, qué le gustaría hacer en esta etapa de la vida, con qué sueña o si está enamorada, por ejemplo.
—Como dice, no todas las mujeres son madres, pero todas son hijas. ¿Qué le diría a su madre que no le ha dicho nunca?
—Afortunadamente, yo tengo mucha relación con mi madre y gran cercanía. Le he dicho de todo, y ella a mí también, dialogamos mucho. No obstante, muchas veces apelamos a la ternura y al sentido del humor. En esta novela, de todas las mujeres a las que les he hecho esta pregunta han salido perfiles muy diferentes, desde la madre muy cariñosa en la infancia y que ahora es un poco GPS hasta la madre que está fuera de cobertura emocionalmente y es más fría.
—Se incluyen temas como la dependencia, el chantaje emocional o incluso la dificultad de ser madre. ¿Duele darse cuenta de que tienes una relación así?
—Al final esta novela va sobre conversaciones pendientes. Esta novela pretende ser un diálogo, y me gustaría que se leyera entre madres e hijas. No hay nada mejor que hablar para tener una relación sana. Y también es importante el sentido del humor, porque todos cometemos errores. Es importante tener presente el perdón o la empatía, y en algunos casos, cuando no se ha sido lo que el otro quiere, hay que aprender a hacer el luto por la madre que no has tenido, porque hay a veces que la relación no tiene remedio.
—Pero también están los animales de compañía.
—Me parecían cruciales para explicar que actualmente las parejas tienen más perros que hijos. Por lo tanto, se han convertido en una parte muy importante de nuestras vidas y de las relaciones que construimos. Tienen un rol y muchas veces se puede aprender de ellos. Hay días en los que me pregunto qué pensarán desde su cerebro, porque son testigos de muchas situaciones. Me hizo gracia darles voz y asistir a sus pensamientos, porque hay veces en que las cosas las complicamos innecesariamente.
—¿Cuál es el mensaje que transmite con esta novela que sirve de homenaje a las madres e hijas?
—Quiero provocar un encuentro entre las madres e hijas actuales, en todas aquellas que se han hecho mayores. Que se conozcan, que se descubran, que hablen.
—Muchas veces no existe ese diálogo para conocerse o hay interferencias entre familias, pero… ¿se conoce del todo a las personas?
—En las relaciones estrechas hay cosas que se sobrentienden. Muchas veces hay cosas que no las dices nunca, o que no las conoces, pero están ahí y se saben. Esta novela, no obstante, también va sobre dos generaciones dispuestas a hablar. Se junta la generación de las mujeres que fueron madres jóvenes en el baby boom con las de ahora, y esto repercute en la forma de educar a los hijos.
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