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Ventanas polivalentes

Ventanas polivalentes

Ventana. He aquí una palabra polisémica con que se define lo mismo a las ventanas de una casa como al espacio que se abre en el transcurso de un partido de fútbol para que el entrenador cambie algunos jugadores.

Esto último es una invención relativamente reciente y, por tanto, un concepto que, al ser novedad confundidora, se acepta de buen grado y se incorpora automáticamente al lenguaje futbolero.

Nadie ha justificado la inclusión de una ventana en la terminología propia del fútbol, pero se dice constantemente tanto en Radio como en Televisión, dándole oficialidad al neologismo.

Es lo malo que tiene este deporte, que lo gilí (inocente, cándido, en caló) se propaga como mancha de aceite caída sobre una página de periódico.

Unos opinan que es una expresión simpática, y otros que son ganas de enredar. Bautizar una cosa con el nombre de otra es, como poco, estúpido, y como mucho, una agresión, una provocación innecesaria.

"¿Nadie, de entre los lingüistas futboleros, tiene la imaginación suficiente para inventar una palabra con la que se designe el momento en que se produce el cambio de un jugador por otro?"

¿Nadie, de entre los lingüistas futboleros, tiene la imaginación suficiente para inventar una palabra con la que se designe el momento en que se produce el cambio de un jugador por otro?

No soy inventor de palabras (como Cela en la película de su novela La colmena), pero estaría gracioso que se usara a cambio de “ventana”, “ventanilla”, ya que en la ventanilla (generalmente en la de los bancos) es donde nos acercamos para que nos cambien para bien (si nos dan) o para mal (si nos quitan).

Cuando lo que entra y lo que sale por una ventana son personas, la cosa toma matices heterodoxos y de poca confianza. Dan ganas de poner urgentemente una alarma de esas que tanto se anuncian y que nos dan a entender que vivimos en un país de ladrones y que nuestra ciudad es el patio de Monipodio.

Por una regla no escrita, cualquier día, sabiendo como sabemos que existen en el argot futbolístico “puertas”, “porteros”, “ventanas”, “pasillos”, “paredes”, “caños” y la frase muy usada “hacer la cama”, todas cosas muy domésticas, habrá que ir pensando en llamar a los buenos futbolistas “arquitectos del balompié” o, si a cuento viniera, “calatravas del regate”. Después de todo, algunos cobran como arquitectos mientras otros trabajan como albañiles en días de bochorno al aire libre.

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