Siento una atracción especial por las novelas que transcurren durante el verano, y también en las que sus protagonistas son adolescentes. Cuando además se juntan ambas premisas la satisfacción crece exponencialmente.
El último libro que he leído se titula Agua salada, de Charles Simmons, lo publica Errata naturae y es una novela bellísima y triste que bebe de Primer amor, la novela que Iván Turguénev publicó en 1860.
Charles Simmons (1924-2017) es un escritor norteamericano que con esta obra se estrena en España, aunque se dio a conocer en los años sesenta. Ahora que acaba de fallecer solo resta esperar que se traduzcan sus anteriores libros, escasos, según tengo entendido. Simmons fue también editor y ejerció como crítico en la New York Review of Books durante tres décadas.
Que Agua salada se inspire en Primer amor -de la que se dice que es autobiográfica- es algo que Simmons buscó argumentalmente: en la novela de Turguénev, el joven protagonista, Vladimir, se enamora de una bella princesa llamada Zenaida, un poco mayor que él, aunque con un temperamento aniñado. Cuando intuye que el adolescente solo ve por sus ojos le envía señales que no siempre él interpreta como es debido. Mientras tanto, la atractiva presencia del padre de Vladimir hace que Zenaida se enamore perdidamente de él. El conflicto, pues, está servido.
En Agua salada, Michael, un muchacho de 16 años, se enamora de la rusa Zina, que dice ser princesa, una fotógrafa veinteañera que irrumpe con su madre en el ambiente tranquilo en el que vive la familia de Michael -al que le gusta llamar Misha, en ruso-, un hermoso paraje de playa, con velero, y cuyo padre, de 44 años, atractivo y varonil, del que Zina se enamora, será el motivo de discordia.
Charles Simmons ha construido en Agua salada una historia llena de pasión, escrita con sencillez y naturalidad, en la que combina la inocencia adolescente con la experiencia madura en un ambiente paradisíaco, con reflexiones y diálogos certeros y hermosos. Una novela corta de amor y sexualidad tratados con pulso y eficacia, que no solo se reducen a este trío protagonista sino también a los demás personajes: a la madre de Michael, a la madre de Zina, a los jóvenes amigos de Michael, Melissa y Hillyer, al galerista Henry, todos fundamentales para comprender las distintas historias que la maestría de Simmons plantea sobre la pasión amorosa.
Agua salada comienza así: “En el verano de 1963 yo me enamoré y mi padre se ahogó”. Este arranque hace al lector partícipe de todo lo que va a ocurrir a lo largo de la novela, pero eso es solo el gancho para conducirnos emocionados hasta el final y hacernos sentir con los personajes, sobre todo metiéndonos en la piel de Michael/Misha, una experiencia de vida inolvidable en la que sentiremos que la sal del mar a la que alude el título se mezclará en ocasiones con la de las lágrimas.
Bibliografía de novelas de iniciación, o con protagonistas adolescentes:
El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger (Alianza)
Helena o el mar del verano, Julián Ayesta (Acantilado)
El Gran Meaulnes, Alain Fournier (Penguim Random House)
El arpa de hierba, Truman Capote (Anagrama)
Metrolandia, Julian Barnes (Anagrama)
Lolita, Vladimir Nabokov (Anagrama)
Tom Sawyer, Mark Twain (Anaya)
La isla del tesoro, Robert Louis Stevenson (Anaya)
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