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Viaje al centro de la herida

Viaje al centro de la herida

Salir a comprar tabaco y no regresar es un tópico recurrente para aquellos que tienen el hábito de huir del conflicto. Desertar de los espejos con la mochila repleta de defectos e imperfecciones hasta llegar a la siguiente experiencia vital e insistir en aumentar el peso de un fardo que acabará por ocupar el primer plano de la existencia. Esconder al monstruo, hacerle sombra o encerrarlo en el desván como el arquetipo denostado de la personalidad es la manera habitual de gestionar las propias debilidades. Sin embargo, salir a comprar tabaco, pero regresar con el rostro hecho jirones y la piel a punto de reventar es una cuestión de voluntad de azar. Graciela Baquero, la autora de Crónicas de Olvido, sin ser consciente de la existencia de su Otra, ese Yo enajenado, la sombra junguiana que completa su arquetipo, halla a su doppelgänger más indigente y excluida mientras espera a que le sirvan un paquete de cigarrillos en la barra de un bar. «Esta cosa oscura que reconozco mía», que diría Shakespeare, se llama Olvido. Y se produce el conjuro de la impregnación del cuerpo con su sombra.

"Reconocer a un parigual de apariencia no identificada resulta una proeza, más aún cuando tiene largas las uñas, negras de hurgar, con la misma habilidad, su cuerpo y la basura"

Comienza el periplo por El Bronx emocional de dos anti-heroínas, dos flâneuses que tan solo comparten la sangre de la herida. Se encienden las luces de una bohemia empercudida que transita por el inframundo de un barrio repleto de mendigos, prostitutas y yonquis aullando en sus moradas de cartón. Un escenario de bajos fondos mostrando su cara B con personajes que cumplen el canon universal de la miseria. Monstruos urbanos condenados a una cadena perpetua de libertad, en cuyos rostros se proyecta el esperpéntico espanto de una humanidad tocada de oscuridad. ¿Dónde si no ir a buscar las sombras de lo que no se desea ser? La simbología del despojado, del que nada tiene —ni incluso a sí mismo—, sirve paradójicamente de hogar en el poema, «en este exilio vivido en la casa de uno», «con todo este dolor sin pertenencia», mientras acude la noche con todas sus estrellas caídas de nostalgia en una crucial catarsis que les devolverá a la infancia de fuentes y maleza. Porque reconocer a un parigual de apariencia no identificada resulta una proeza, más aún cuando «tiene largas las uñas, negras de hurgar, con la misma habilidad, su cuerpo y la basura». Agarrarse de su mano y adentrarse en el bosque viscoso de la noche, con todo su caudal de incertidumbre para arribar al lugar de la mutilación, al cuerpo inerte de su versión niña, a la fosa en la que se enterró su infancia huérfana de suerte y milagro.

"Graciela Baquero continúa fiel a la ley de los contrastes. Crónicas y olvidos, poemas en prosa que son como sábanas tendidas en los patios vecinales, que sirven, además, de pantalla de proyección que nos hermana en la misma comunidad doliente"

Resulta estimulante regresar a un texto revelador, repleto de imágenes que son como las puestas de sol de las ciudades desvencijadas, con su cielo en carne viva y esa belleza que salva del último instante de la desdicha. Porque esta no es una poesía de espejo espejito mágico qué ves a la espera de una respuesta que reconforte a la vanagloria. No lo es y se agradece en estos tiempos en que impera el efectismo que provocan las gestas de los victimizados —puestos al servicio del egotismo menos escrupuloso—, donde sacar los trapos sucios se ha convertido en un modo de subsistencia y recurso creativo muy rentable en la trapería cultural mediática. Todo consiste en trapichear con el peso y sus monedas en el mismo mercado repleto de «ojos de peces muertos. Los ojos y el bagaje sorpresa de sus hinchados vientres». Porque «da sed mirar este lugar y, sin embargo, en septiembre madurarán las uvas y volveremos a este paraje para que nuestras bocas busquen entre las hojas racimos como golpes de suerte». Y eso es exactamente este libro reeditado recientemente en la colección «Genialogías» de la editorial Tigres de papel, un golpe de suerte que aguarda su septiembre mientras prosigue en el hallazgo del fruto que sacia la sed en el poema a la par que embriaga y exalta sus propiedades organolépticas. Porque hay olor en su poesía, un aroma humeante de invierno y asfalto mojado en contraste con el frescor a naranja amarga de los campos. Graciela Baquero continúa fiel a la ley de los contrastes. Crónicas y olvidos, poemas en prosa que son como sábanas tendidas en los patios vecinales, que sirven, además, de pantalla de proyección que nos hermana en la misma comunidad doliente. Porque, al fin y al cabo, como dice Rilke: «En el seno del Mundo Dual todos los sonidos terminan entremezclándose eternamente».

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Autora: Graciela Baquero. TítuloCrónicas de OlvidoEditorial: Tigres de Papel. VentaTodos tus libros.

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1 año hace

Maravillosa obra de GRACIELA BAQUERO RUIBAL : «CRÓNICAS DE OLVIDO «