Existen al menos dos tipos de libros de viajes. Los escritos por quienes conocen el terreno y los redactados por quienes por primera vez ponen el pie en él. Ambos son difíciles de acometer, pero diría uno que más los primeros. A los segundos, a los más propios del turista, poco más que se les pide que amenidad y precisión. Y tal vez, por qué no, algún hallazgo que en ningún caso hubiera podido alcanzar el paisano. Difícil es escribirlos sin que se note que uno no es más que un pasajero: demasiados tópicos del lugar tal vez, demasiadas observaciones comunes a otros espacios. Pero el que escribe quien ya está familiarizado con el terreno enfrenta también sus complicaciones. Una no menor es que pueda pasar desapercibido el detalle que interese a los ajenos. El uso nos arrebata el verdadero rostro de las cosas, que dijo Montaigne. Difícil también será no volcar en cada párrafo todo lo que uno sabe, detenerse en el momento justo, para no anegar al lector con datos.
De ambos retos sale más que airoso Xesús Fraga en este texto, el relato de los seis meses de viaje, entendemos que intermitente, entre el nacimiento y la desembocadura del río Miño. 315 kilómetros de agua, paisajes, gentes e infraestructuras de lo más diversas, de las tradicionales pesqueiras a los monstruosos pantanos. Porque es este un río con el que Fraga está familiarizado, sobre todo con el que atraviesa la provincia de Lugo, aunque muy probablemente con todo él, después de tantos años de experiencia profesional en Galicia. Sin embargo, a él la costumbre no le arrebata el verdadero rostro de las cosas, y por lo tanto asistimos a un fascinante despliegue de detalles geográficos, históricos, antropológicos, que enriquecen un viaje que no es solo por el río Miño sino sobre todo al río Miño, a su existencia física, histórica y cultural, a su dimensión casi antropomórfica, como de dios antiguo, lo que probablemente fueron en un momento todos los ríos.
Se extiende lo justo Fraga en estos detalles, con agradecida precisión periodística. Y lo hace también con sus interacciones humanas, aunque aquí echamos tal vez en falta más presencia del propio autor. Lo descubrimos en realidad ya a la altura de Ribadavia, en el hilarante relato de los propagandistas del equipo de fútbol local, detalle este que, por otra parte, hará que este texto se lea con gusto dentro de unos cien años. Porque son en realidad estas anécdotas, circunstanciales, pero reveladoras de un tiempo y de un país, lo que otorga corporeidad a los más recordados libros de viajes. Cierto que a partir de ese momento son más, no sabemos si por estar ya más humanizado el paisaje o porque el periodista ha dejado asomar más al escritor. Porque esta tensión entre el periodista que se esconde y el escritor que se muestra es otra de las delicias de esta narración llena de erudición significativa, rutilante de paradójica humanidad y erguida sobre una prosa entre la precisión y la poesía.
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Autor: Xesús Fraga. Título: Río Miño: Un viaje entre solsticios. Editorial: RBA. Venta: Todostuslibros.
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