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Viaje epistolar al corazón de la soledad

Viaje epistolar al corazón de la soledad

Pocas novelas hacen trabajar tanto al lápiz. Leer, subrayar, volver a leer, volver a subrayar. Ese lápiz, que resalta una frase ingeniosa tras una frase conmovedora tras otra lapidaria, se parece al que, sin descanso, escribe las cautivadoras cartas de Jihun. Ya nadie escribe cartas es una novela plagada de profundos momentos para reflexionar porque, como el protagonista mismo lo expresa: «Cuando uno viaja se convierte en una persona filosófica sin darse cuenta».

Jihun es un joven surcoreano de 32 años. Ha abandonado su casa en un viaje sin rumbo ni destino. Le acompaña Wajo, un perro viejo y ciego que, en sus buenos años, fue el perro guía de su abuelo. Así, Jihun deambula por diferentes ciudades de su país, pasando las noches en moteles variopintos y conversando con los desconocidos que se encuentra en el camino. A esas personas Jihun les pide su dirección postal y les asigna un número, rehusando conocer sus nombres. Cada noche, Jihun escribe una carta a una de esas personas-número. Y cada dos días, llama a su antiguo vecino mediante un teléfono de monedas (Jihun tiene un gusto particular por lo analógico) para preguntarle si el cartero ha llevado hasta su antigua casa alguna respuesta. Al inicio de la novela, nuestro protagonista lleva ya tres años viajando y la última persona que ha conocido es la 750. Aún no ha recibido ni una sola carta. El día que lo haga sabrá que su «viaje epistolar» ha terminado.

"En esas cartas, intuimos, el joven se confiesa, se desata y se expresa con una confianza ciega depositada en un interlocutor al que apenas conoce"

Ya nadie escribe cartas es el emotivo relato de este periplo. El libro se divide en 152 capítulos cortos narrados en primera persona por el protagonista. Los capítulos son a veces tan cortos que contienen una sola línea: «Tal como esperaba, nadie me ha escrito». La novela inicia sin que se expongan claramente ni la causa ni el propósito del viaje. Estos se desvelan minuciosamente en el avanzar de la trama a la par que el pasado de Jihun. Sobre todo, cuando decide escribirle a sus familiares. Esas cartas a sus padres y hermanos son las únicas a las que los lectores del libro tenemos acceso directo. En ellas, los encara para confesarles lo mucho que les quería, temía o admiraba. En esos textos adquiere sentido una de las primeras ideas que expresa Jihun en la novela: «Un escritor dijo una vez que el hogar cura la enfermedad y trae la felicidad, pero en mi caso fue lo contrario». A través de sus confesiones más íntimas, confirmamos que las peculiaridades de Jihun y su desarraigo son el resultado preciso de una infancia y una juventud marcadas por unas complejas dinámicas familiares.

Las cartas, como es de intuirse, son un tema fundamental en la novela y un elemento esencial en la vida del protagonista. Han marcado su vida adulta y le sirven, ahora, como símbolo tangible de su conexión con el mundo. «Las cartas son como las entradas de un diario. La única diferencia es que ese día no se queda conmigo, sino que es enviado a otra persona», declara. En esas cartas, intuimos, el joven se confiesa, se desata y se expresa con una confianza ciega depositada en un interlocutor al que apenas conoce. «Creo que cuando uno intercambia cartas debe compartir al menos un secreto. Si los diarios son un crimen individual, las cartas son cómplices», expresa Jihun. Inmerso en una inevitable soledad, Jihun envía cartas como si fuesen anzuelos, esperando encontrar un copartícipe de su vida, un amigo.

"Este libro no pretende ser una master class sobre la vida en Corea del Sur ni una narración pintoresca sobre sus paisajes y tradiciones"

La riqueza de su mundo interior, su gran capacidad reflexiva y la sensibilidad con la que recibe y atesora las historias ajenas, hacen de Jihun un personaje con el que es fácil simpatizar. Esto se ve problematizado por la aparición de 751. 751 es una escritora que se dedica a vender sus novelas en la calle. La mujer desenmascara a Jihun cuando éste se hace pasar por ciego para que le dejen entrar en el metro con Wajo. Irónicamente, recordemos, el ciego es el perro. La caótica relación entre el protagonista y la escritora pondrá a prueba la capacidad de Jihun para intimar de verdad con alguien. Hasta ahora, su único amigo real (aunque eso lo valorará mucho después) ha sido Wajo. Sus relaciones numéricas habían durado, como mucho, un día. Toda la empatía desplegada en sus encuentros anteriores queda en entredicho cuando se muestra mezquino, esquivo y antipático con 751. Los claroscuros de Jihun, los retos a los que lo enfrenta 751 y ese pasado que cada vez se vuelve más presente, redondean un relato profundo y enternecedor sobre la alienación que se vive en los entornos urbanitas y la compleja y humana necesidad de contacto social.

Ya nadie escribe cartas es la publicación más celebrada de la escritora surcoreana Jang Eun-jin y la única de sus obras que está traducida al castellano. En ella, la autora propone un diálogo constante entre el pasado y el presente, entre la vida hogareña y la vida errante, entre los sueños de la infancia y los logros y fracasos de la vida adulta. La autora materializa metafóricamente este ir y venir en los puentes que construye entre los e-mails y las cartas, entre los buzones físicos y las bandejas virtuales de entrada, entre los teléfonos de monedas y los móviles, entre las relaciones efímeras y las que se quedan para siempre grabadas en la memoria afectiva.

De entre la cada vez más extensa oferta de literatura asiática en español, Ya nadie escribe cartas destaca por su propuesta alejada de los relatos costumbristas. Este libro no pretende ser una master class sobre la vida en Corea del Sur ni una narración pintoresca sobre sus paisajes y tradiciones. Apenas hay unas cuantas referencias locales que un lector curioso podrá averiguar fácilmente haciendo una búsqueda rápida en Internet. Al contrario, Jang Eun-jin pretende ir al corazón de un fenómeno común a las grandes ciudades del planeta: ¿por qué nos sentimos tan solos si estamos rodeados de gente? El resultado es una historia universal capaz de emocionar en cada capítulo.

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Autor: Jang Eun-jin. Título: Ya nadie escribe cartas. Traducción: Álvaro Trigo. Editorial: Shiro. Venta: Todostuslibros.

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