Un buen día para desaparecer parece nacer de la obsesión del autor por las cuevas y pinturas rupestres en un momento de su vida. La motivación de poder encontrar su propia cueva —que no compartiría jamás con nadie hasta el lecho de muerte, según comentó en la presentación del libro en Madrid— es lo que le hace abandonar su estudio e iniciar un viaje que, con la ayuda de un aro tricolor mágico, le llevará por distintos lugares del mundo con una conexión especial.
A lo largo de ese viaje al que nos invita Sanz i Vila, se incita al lector a reflexionar sobre el arte en sus diferentes modalidades. No es baladí, por ejemplo, que en su viaje visite una cueva con pinturas prehistóricas, las Pirámides de Guiza en Egipto o la Isla de Pascua con sus famosos y misteriosos moáis. Representaciones de arte antiguo por las que aún hoy en día se sobrecoge una persona al contemplarlas.
Pero no todo es contemplación y complacencia en este viaje ya que Sanz i Vila pone también el foco en los animales extinguidos o en peligro de extinción como el oso cavernario o el okapi. Y en cómo el ser humano, con la excusa de preservar algunas de esas especies en peligro de extinción, priva a los animales de su libertad y los encierra en zoos. El ser humano es señalado como culpable de la extinción —o casi— de animales y de otras culturas o etnias como ocurrió con los habitantes de la Isla de Pascua, antiguamente española según explica el autor en su libro.
A medida que el lector avanza en la lectura se encuentra con otros interrogantes y reflexiones a las que le enfrenta Sanz i Vila como, por ejemplo, la libertad. ¿Somos libres? ¿Nuestro libre albedrío no limita a la vez nuestra libertad? El hecho de elegir hacer una cosa u otra, plantea el autor, nos condiciona la libertad. Paradójica reflexión, más aún cuando el autor basa su ilustración en la elección de tres únicos colores. Pau Sanz i Vila es consciente de que la decisión que tomó ya hace algún tiempo de ilustrar sólo con los colores amarillo, azul y rosa le coarta la libertad para hacer su trabajo, le limita y restringe su marco de actuación. Es un riesgo que toma conscientemente y que, al parecer, le funciona, ya que encuentra un equilibrio emocional y narrativo que se refleja en su obra.
Aunque Un buen día para desaparecer se lee en poco más de una hora, deja un poso duradero por las muchas reflexiones que el autor esparce a lo largo del libro y que harán pensar a más de un lector. Si ocurre así —como sin duda ocurrirá—, el objetivo del autor se verá cumplido.
Autor: Pau Sanz i Vila. Título: Un buen día para desaparecer. Editorial: Lunwerg. Edición: Amazon y Fnac
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