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Viajes que te cambian

Empiezo hoy esta sección en la que los protagonistas van a ser los libros, especialmente los clásicos, que nos van a servir para hablar de un tema en particular. Hoy vamos a hablar de “Viajes que te cambian”.

He seleccionado tres novelas que cuentan tres viajes de los que es imposible volver de la misma forma. Tres viajes lejanos, a África, remontando un río, al Kafiristán, en el corazón de Afganistán, para convertirse en reyes, y casi en dioses, y a Japón, en busca de huevos de gusanos de seda. Los tres son solo viajes de ida.

"Hay todo un juego brutal y extraño lo largo de la novela, una lucha entre la luz y la sombra, y entre lo que sabemos y el vacío"

El primero libro es El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Józef Teodor Konrad Korzeniowski nació en la actual Ucrania, que entonces era Polonia, en 1857 y murió en 1924. En 1886 se le concedió la nacionalidad británica. “El corazón de las tinieblas” aparece por primera vez en una serie de tres partes en Blackwood Magazine, en 1899. Es publicada como novela completa en 1902. Nos cuenta un viaje por el río Congo, pero es mucho más eso. Es un viaje entre el bien y el mal, la luz y la sombra, la cordura y la locura.

Marlow es el narrador, alguien que está contando la historia mientras esperan, en una yola de recreo, en Londres, a que la marea les permita zarpar. Pero Charlie Marlow no solo es un hombre que cuenta las historias de una forma especial. Dice Conrad que “el significado de un episodio, para él, no estaba adentro, como una nuez, sino afuera, envolviendo el relato”. Y va contando cómo fue contratado para capitanear un barco de vapor que tendría que remontar un río para buscar a Kurtz, un agente comercial que se había vuelto loco, que había establecido, en lo más profundo de la selva un régimen de terror donde él era el rey. ¿Qué le ha pasado a Kurtz? ¿Es la propia selva la responsable de esa locura?

Creo que le susurró cosas acerca de él mismo que él ignoraba, cosas que no había concebido siquiera hasta que pidió el consejo de esta inmensa soledad, y el susurro resultó irresistiblemente fascinante. Resonó con fuerza en su interior porque él, en el fondo, estaba hueco…

Hay todo un juego brutal y extraño lo largo de la novela, una lucha entre la luz y la sombra, y entre lo que sabemos y el vacío. Y durante todo el viaje remontando el río, Marlow se va vaciando de todo lo que sabe para llenarse de lo que le dice la selva, lo mismo que le ha pasado a Kurtz, y lo que la selva le cuenta (y nos cuenta a todos) es el horror de nuestra civilización. El verdadero corazón de las tinieblas es el oscuro, insondable y primario corazón de los hombres.

"Fue Premio Nobel de Literatura en 1907. Publicó cinco novelas, más de doscientas cincuenta historias cortas y ochocientas páginas de versos"

El segundo viaje es muy distinto, un viaje a los sueños y las ambiciones más desmedidas, un viaje al paraíso, que nunca se encuentra, con El hombre que pudo ser rey de Rudyard Kipling. Hay diferentes traducciones de este título. Yo, la última vez que lo leí fue en la edición de Fórcola con traducción de Amelia Pérez de Villar.

Rudyard Kipling nació en Bombay en 1865 y murió en Londres en 1936. Fue Premio Nobel de Literatura en 1907. Publicó cinco novelas, más de doscientas cincuenta historias cortas y ochocientas páginas de versos. Es el autor de Kim, Capitanes intrépidos o El libro de la selva. Todo maravillas. El hombre que llegó a ser rey se publicó en 1888. Por cierto, hay una película espectacular dirigida John Huston, de 1975, protagonizada por Sean Connery y Michael Caine.

Cuenta el viaje de dos soldados, dos soñadores, dos aventureros, dos caraduras, dos locos, al corazón de Afganistán, al Kafiristán. Y la razón del viaje es fantástica:

—Y eso es todo lo que sabemos, salvo que nadie ha llegado hasta allí. Y que hay allí muchas escaramuzas: en cualquier sitio donde sucede esto, el que consigue reunir un ejército puede llegar a ser rey. Así que iremos hasta allí y a cualquier rey que nos encontremos le diremos: «¿Quieres vencer a tus enemigos?». Y le enseñaremos cómo se prepara un ejército. Eso es lo que mejor se nos da. Luego derrocaremos al rey, usurparemos el trono y fundaremos una dinhastía.

Seguro que esto nos ha pasado a todos cuando alguien nos cuenta un plan absolutamente descabellado pero que a esa persona le parece lo más claro y diáfano del mundo mientras nosotros sabemos que no va a salir bien. Y eso que este viaje, que esta idea de ser reyes del Kariristán está a punto de salirles bien.

"De alguna forma todos hemos suspirado alguna vez por ser reyes de nuestro Kafiristán particular para volver a aterrizar, resignados, sobre nuestra mera condición de hombres"

Viajar al Kafiristán supone traspasar la frontera y adentrarse en lo desconocido, donde aguarda la aventura, la gloria, la fortuna y, también, la derrota y la tragedia. El abismo de la frontera, de la pérdida o el fracaso y la necesidad de la aventura confirman la necesidad del mito, y es en el mito donde nuestros héroes logran su gloria definitiva. Porque son confundidos con dioses y tomados por tales.

Lo que cuenta en Kipling es la inocencia sin la que es imposible la aventura. De alguna forma todos hemos suspirado alguna vez por ser reyes de nuestro Kafiristán particular para volver a aterrizar, resignados, sobre nuestra mera condición de hombres.

*

Y el tercer libro de hoy es Seda de Alessandro Baricco. Seda se publicó en 1996 y cuenta un viaje muy lejano, para terminar encontrando lo que está más cerca. Un amor complejo y extraño que nos descubre el amor de la persona que tenemos al lado.

Hervé Joncour vive de comprar huevos de gusanos de seda. Normalmente lo hace en África pero un virus empieza a matar los huevos y hay que buscar nuevas rutas. Japón es un lugar inaccesible en la época en la que se desarrolla la novela, y de hecho está prohibido que los extranjeros entren en su territorio. Pero es la única solución.

Es maravilloso el recorrido que hace la primera vez que sale de allí.

Hervé Joncour se embarcó, en Takaoka, en un barco de contrabandistas holandeses que lo llevó a Sabirk. Desde allí ascendió por la frontera china hasta el lago Baikal, atravesó cuatro mil kilómetros de tierra siberiana, superó los Urales, llegó hasta Kiev y recorrió en tren toda Europa, de este a oeste, hasta entrar, después de tres meses de viaje, en Francia.

Viaja, compra los huevos, y vuelve, pero ya nunca será la misma persona porque allí ha conocido a una mujer con la que apenas ha intercambiado una palabra. Porque Seda es también la historia del tacto, de la piel y sus múltiples símbolos: el lago, los bosques y los pájaros. En Seda descubrimos códigos que no entendemos en el mundo occidental, la atmósfera que rodea a Hara Kei, el hombre que le vende los huevos, los movimientos de sus sirvientes como sombras; la quietud, el silencio. ¿Para qué hablar si nos podemos tocar, sentir como la seda?

Todo viaje es un viaje al interior de nosotros mismos, remontando el río Congo, conquistando el Kasfiristán o conociendo el japón milenario.

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Raoul
Raoul
1 mes hace

He aquí la versión original del fragmento del cuento de Kipling: la comparación deja claro, una vez más, lo que es una mala traducción: ““And that’s all we know, except that no one has gone there, and they fight, and in any place where they fight a man who knows how to drill men can always be a King. We shall go to those parts and say to any King we find — ‘D’ you want to vanquish your foes?’ and we will show him how to drill men; for that we know better than anything else. Then we will subvert that King and seize his Throne and establish a Dy-nasty.”

Maria
Maria
1 mes hace

Amo a Antonio Martínez Asensio

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