No es casual que la ilustradora británica Emma Chichester eligiera titular su novela gráfica con el nombre de su perra. Puede decirse que desde ese gesto inicial Chichester decidió darle todo el protagonismo a ella, a Ciruela, una encantadora mestiza de caniche y Jack Russell, y convertir su obra en homenaje al animal oscuro y vivaz que comparte su día a día. Así, Ciruela es la narradora que va dejando constancia en primera persona de su percepción del mundo y las distintas experiencias que este le depara a lo largo de todo un año. Desde la compañía del ser humano a los juegos con otros perros en el parque, el paso de las estaciones, los viajes, la visita a la peluquería, la muerte de una amiga o las regañinas cuando se porta mal, Ciruela cuenta cada día cómo es vivir con la intensidad de un tiempo distinto al de los seres humanos, más breve e intenso, también con la confianza del animal querido por sus dueños y tratado como uno más de la familia. Las breves frases que recogen sus reflexiones, tiernas, tristes, humorísticas, se apoyan en ilustraciones llenas de encanto y color que nos ubican en la ciudad que habitan Ciruela, la propia Emma Chichester y sus familias, humana y perruna. Los viajes con su dueña a Cornualles o Escocia, los baños en un río de agua helada, el contacto con una hermana de camada tan negra como ella, son momentos narrados desde la perspectiva de la perrita, que disfruta de todo con una alegría primaria y conmovedora. Ciruela encarna la fascinante dualidad del perro, un animal que ha acompañado al hombre desde el comienzo de su historia y que siempre ha dejado constancia de su lealtad inquebrantable. Se muestra fiel y generosa en sus afectos, capaz de guardar cama junto a sus amos si enferman y de esperar pacientemente mirando por la ventana durante horas a que regresen si se ausentan más tiempo del que ella percibe como razonable. Pero también conserva parte de su naturaleza libre, de su lejano parentesco con el lobo y su amor a la naturaleza. Ciruela es una educada perrita inglesa, un poco salvaje a ratos, y esa doble faz es lo que hace a un perro fascinante, porque a quienes los amamos nos recuerda cada día que en cierta forma eligen permanecer junto a nosotros pagando un altísimo precio: la renuncia a su esencia primitiva, a su independencia. En la línea de otros autores británicos, como J.R. Ackerley, que recordó en una hermosa novela titulada Mi perra Tulip la historia de amistad y lealtad mutua que vivió con su pastora alemana durante dieciséis años, Chichester construye una obra llena de frescura en la que el ser humano aprende a mirar el mundo desde los ojos inocentes de Ciruela, en la que se para a observar con el mismo asombro y la plenitud que ella ante la aparición de su propia sombra en el suelo al anochecer o la llegada de una tormenta inesperada. Ciruela es un libro que nos recuerda que el suyo es un amor eterno e infinito, que un perro nunca se ahorra aspavientos a la hora de recibir a su amo aunque hayan pasado apenas diez minutos desde la última vez que lo vio. Y ya de forma particular nos da a los lectores españoles una visión ejemplarizante de una sociedad más avanzada que la nuestra en lo que respecta a la dignidad y el bienestar animal. Sorprende esa naturalidad integradora con la que Chichester lleva a su perra al trabajo, de vacaciones o a fiestas con amigos que también tienen perro y les hacen participar de su día a día, de sus celebraciones y circunstancias vitales diversas. Esa comunidad humana y perruna, la doble manada de la que Ciruela sabe que forma parte, queda todavía muy lejos, desgraciadamente, de la situación que viven muchos animales de compañía en un país como España.
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Autora: Emma Chichester Clark. Título: Ciruela. Editorial: Impedimenta. Venta: Amazon
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