Es verdaderamente sorprendente, incluso insólito, lo ocurrido con Manuel Chaves Nogales. Hace poco más de veinte años era un absoluto desconocido, salvo para algunos taurófilos que no olvidaban su Juan Belmonte, matador de toros, de 1935 y rescatado a finales de los sesenta en la difundida Alianza editorial. Los dos volúmenes, de 1993, de la Obra narrativa completa preparados por su estudiosa Isabel Cintas corrieron el común destino de las ediciones institucionales, aunque hoy alcancen en las librerías de viejo precios casi estratosféricos. A comienzos de nuestra centuria, sin embargo, la recuperación de A sangre y fuego, conjunto de relatos aparecido en Chile en 1937, cuando el autor ya había salido al exilio, descubrió a un narrador vigoroso y de rara ecuanimidad. Yo mismo —y pido disculpas por la automención— señalaba en mi ensayo La novela española durante el franquismo que, frente a la anormalidad literaria propiciada por la guerra, Chaves Nogales ofrecía un excepcional ejemplo de escritor no banderizo, no comprometido con la propaganda ni de derechas ni de izquierdas, siendo, a la vez, alguien que escribió desde una postura netamente contraria a la militarada de 1936.
El éxito de Chaves Nogales a partir del descubrimiento de A sangre y fuego, debido en buena medida a su resonancia mediática, propició el rescate de buena parte de su desconocida obra, El maestro Juan Martínez que estaba allí, varios de sus reportajes de actualidad que engarzan con esta biografía novelesca sobre los nuevos vientos sociales y políticos de los años treinta en España y en Europa y su quehacer en la prensa. En traer a las librerías el variado trabajo del periodista sevillano han venido contribuyendo ediciones oficiales (Diputación, Ayuntamiento y Universidad sevillanos) y privadas (Libros del Asteroide, Almuzara) con un papel determinante, entre estas últimas, de la editorial Renacimiento por el impulso de su propietario, Abelardo Linares, zahorí de valores literarios y gran coleccionista de rarezas editoriales y hemerográficas del pasado siglo. Varios títulos de Chaves Nogales figuraban ya en los diversos sellos de Renacimiento: además de la previsible biografía de Belmonte y de A sangre y fuego, el reportaje Lo que ha quedado del imperio de los zares, las narraciones La bolchevique enamorada y otros relatos, y las páginas testimoniales Crónicas de la guerra civil y La defensa de Madrid. Tanto La bolchevique… como La defensa de Madrid han tenido una nueva y renovada salida que invita a considerarlos como auténticas novedades.
La bolchevique enamorada y otros relatos, subtitulado en la edición primitiva de 1930 El amor en la Rusia Roja, es una recopilación miscelánea de relatos aparecidos en la prensa. La pieza más afortunada es la que figura en la cubierta, casi una novela corta, que recrea, con ironías en el límite mismo del sarcasmo, las relaciones sentimentales de una mujer mayor, alto cargo del Partido Comunista soviético, con un joven sentimental. Ello confronta la disciplina ideológica del partido (resumida en una cita preliminar, «El amor es un prejuicio burgués») con una pasión romántica. No evita Chaves, a propósito, esquematismos reductores en la descripción de los personajes y en la propia trama algo bufonesca porque no quiere hacer un relato realista sino una parábola. Como si fuera una fábula, contrapone libertad y fanatismo mental. Y refleja en ella las asechanzas del doctrinarismo ideológico contra la gran conquista progresista del anterior siglo, el librepensamiento.
«La bolchevique enamorada» es un relato muy ideológico que incluye una cerrada diatriba en forma de farsa contra el estado soviético y la sociedad surgida de su cerrazón política. Contiene el mensaje preocupante que un liberal progresista, defensor de una sociedad con valores humanos, lanza con indisimulado propósito admonitorio. Pero este planteamiento y propósito avant la lettre orwellianos no son el registro generalizado del libro. Este más bien se desenvuelve entre asuntos sin tiempo y el jugueteo literario.
Una serie con una treintena de piezas breves que había sido publicada en 1924 como Narraciones maravillosas y biografías ejemplares participa de la desenvoltura desenfadada del florecimiento de las formas narrativas breves de la época de entreguerras. El pulso de la actualidad brota en algunas de ellas: se anotan la mecanización de la vida o los rasgos del yo burgués. En la mayor parte, acogen observaciones morales: el fracaso en los ideales por cuenta de la desilusión de un padre con la inanidad del hijo, la derrota de un hombre ejemplar, el instinto del odio o el déficit de ternura en el mundo. La desmitificación inspira unas variopintas biografías contemporáneas (un millonario, una modista, una cocinera, un bachiller en artes…). Y un amplio bloque cultiva la fantasía y lo maravilloso.
Uno de los cuentos añadidos en la presente edición, «El marido de la fea», recuerda el moralismo satírico de uno de los autores más populares de aquellos años, Fernández Flórez. «Juan Ramón y el otro», también rescatado, es una muy ingeniosa exploración del doble. Y el texto que cierra el libro, «El gobernador y sus siete mujeres», asimismo rescatado, pertenece a la dimensión lúdica de la literatura. Se trata de una novelita publicada por entregas en Heraldo de Madrid en 1926. Plantea el enigma que rodea a las múltiples mujeres, siete, de un gobernador civil que acaba de tomar posesión de su cargo al frente de una innominada provincia. ¿A qué se deben las discrepancias radicales sobre el aspecto de la esposa del mandatario —joven y vieja, gorda y flaca, de pelo canoso, rubio o negro…— entre las más linajudas familias del lugar? La historia está abierta a la participación de los lectores del periódico, que podían mandar las resoluciones que les parecieran oportunas y que definitivamente resolvió un «final» escrito por otro de los autores más representativos del momento, Edgar Neville. No es un caso insólito de narrativa hecha a varias manos —recordemos Las vírgenes locas, que perpetró Clarín junto a otros notables de su tiempo como Jacinto Octavio Picón y José Ortega Munilla—, pero sí llama la atención como curioso precedente de la hoy celebrada escritura colaborativa, la que desde hace poco se está poniendo de moda en internet.
La variedad marca La bolchevique enamorada. El conjunto revela un narrador diestro e interesante. Ni superior ni inferior a otros muchos de aquel tiempo. Un narrador de pasar un rato grato con él y olvidarlo: así lo aprecia con justeza Felipe Benítez Reyes en su atinado prólogo. Este narrador intrascendente, una voz más en el coro colectivo de los literatos de su tiempo, hace literatura como simple ejercicio de una vocación o afición. No tanto como imperiosa necesidad íntima de expresar una visión conflictiva del mundo. Esa es la enorme diferencia que separa esta amable compilación de A sangre y fuego, donde brota el escritor poderoso y, sin caer en el tópico, necesario. Este mismo impulso interior marca Los secretos de la defensa de Madrid, un relato por entregas escrito todavía cerca de los episodios que recrea y que apareció en la revista popular mexicana Sucesos para todos. La nueva salida del libro mejora sustancialmente la anterior de 2011: restablece la literalidad de uno de los capítulos y reproduce los ilustrativos y excelentes dibujos del pintor e ilustrador hispano-mexicano Jesús Helguera. Además añade dos textos periodísticos anónimos de 1939 atribuidos con sólidas razones a Chaves, de asunto cercano al texto principal y que lo complementan muy bien.
Chaves Nogales lleva a cabo en Los secretos de la defensa de Madrid un «reportaje novelado» de la resistencia madrileña al asedio de los sediciosos franquistas. Arranca con una comunicación de Largo Caballero al general Miaja en el momento en que el presidente del Consejo de Ministros decide abandonar Madrid para continuar cumpliendo sus obligaciones: le encarga «la defensa de la ciudad a toda costa». Termina con la recuperación de la iniciativa por las tropas gubernamentales después de haber resistido el cerco de los sublevados y haber estabilizado las posiciones en el frente de la malparada ciudad universitaria. En el medio se encuentra la crónica minuciosa del inútil combate: «De nada ha servido la carnicería», «ni los rebeldes han entrado en Madrid ni la República ha derrotado a los rebeldes». Lo único salvable, por encima de la pasión partidista, es «la bravura de unos y otros». Pero nada justifica la «guerra estúpida» en la que el «hombre de España ha sido asesinado por el comunismo o por el fascismo».
La crónica tiende a destacar la ejemplaridad de algunos casos de lucidez y de abnegación entre los que sobresalen los generales republicanos Miaja y Rojo, mil leguas por encima de los maniobreros dirigentes de los partidos políticos. Aquí adquiere la crónica envergadura de relato épico por la dimensión heroica de los personajes. Ahí y en la descripción sucinta, electrizada y como telegráfica de las idas al frente y las vueltas a casa del pueblo común y de los militantes favorables a la legalidad. Esa visión del heroísmo idealista no impide el testimonio de dolores y sacrificios sin cuento, ni el documento de los horrores de una inmensa carnicería.
Chaves Nogales relata los minutos, las horas, los días de la epopeya. Los cuenta como con prisa, como si quisiera adaptarse al ritmo febril y cambiante de los sucesos. Sucesos que va incrustando en la espiral vertiginosa de novedades: la presentida invasión urbana del enemigo; las decisiones tácticas, a falta de una estrategia propiamente tal, de las autoridades; la cerrazón enquistada de los dirigentes políticos y sus miserables cálculos partidistas; el múltiple ajetreo de milicianos, militares y civiles; la esperanzadora llegada de refuerzos. Una vibrante estampa, en suma, de caos, temor y coraje. Y como telón de la crónica, un alegato consistente —imperturbable como la convicción democrática que sostiene al autor— contra los responsables de tanta desventura, de tanto menosprecio de los ciudadanos inocentes, contra el totalitarismo, mencionado con los dos citados nombres —fascismo y comunismo— que una y otra vez van a parar a la pluma nerviosa, expeditiva del autor.
Los secretos de la defensa de Madrid asegura la vigencia, más allá de una efímera notoriedad, de Manuel Chaves Nogales. Su reportaje de aquellos desalados meses madrileños posee la seducción de la crónica vivaz de un momento excepcional de un pueblo, al igual que ocurre con la recreación galdosiana, pongamos por caso, del 2 de mayo en la capital del país, pero también el alcance universal e intemporal de una peripecia colectiva marcada por el dolor, el sinsentido y las más confusas pasiones humanas. Por eso, por la capacidad de Chaves Nogales de contar con pasión e independencia, con estremecimiento cordial y con lucidez, las fechas del asedio madrileño, logra el efecto que señala Antonio Muñoz Molina en su clarividente prólogo: «Este es un libro que quema entre las manos. Provoca en igual medida la admiración y el escalofrío».
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Autor: Manuel Chaves Nogales. Título: Los secretos de la defensa de Madrid. Editorial: Renacimiento (Espuela de Plata). Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
Autor: Manuel Chaves Nogales. Título: La bolchevique enamorada y otros relatos. Editorial: Renacimiento (Espuela de Plata). Venta: Amazon, Fnac y Casa del Libro
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