Lope de Vega introdujo la canción popular en la comedia. En este villancico, el escritor les pide a los ángeles que sujeten las ramas de las palmas de Belén, movidas por el viento, para que el Niño pueda dormir en paz.
Pues andáis en las palmas,
ángeles santos,
que se duerme mi Niño,
tened los ramos.
Palmas de Belén
que mueven airados
los furiosos vientos
que suenan tanto;
no le hagáis ruido,
corred más paso.
Que se duerme mi Niño,
tened los ramos.
El Niño divino
que está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
sosegaros quiere un poco
del tierno llanto.
Que se duerme mi Niño,
tened los ramos.
Rigurosos hielos
le están cercando;
ya veis que no tengo
con qué guardarlo.
Ángeles divinos
que vais volando,
que se duerme mi Niño,
tened los ramos.
«¡Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!»
Lope de Vega: Campana sobre campana.