Hoy, 16 de septiembre, México celebra su Independencia. Doscientos nueve años, desde 1810, construyendo su destino como nación. Un tiempo mexicano en el que la literatura ha crecido y madurado, aportando una singularidad que se refleja en su poesía, su narrativa y su pensamiento. De José Joaquín Fernández de Lizardi y su Periquillo sarniento (1816) a Manuel Gutiérrez Nájera y sus cuentos frágiles de El Duque (1883); del modernismo de Amado Nervo y Ramón López Velarde a la poesía visual de Juan José Tablada; de las historias de la Revolución de Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán a la erudición del centauro Alfonso Reyes; del florecimiento de los Contemporáneos Carlos Pellicer, José Gorostiza, Salvador Novo, Antonieta Rivas Mercado o Xavier Villaurrutia al alba formal de Agustín Yáñez; del deslumbrante esplendor de la prosa de Juan Rulfo a la profundidad y belleza de la lírica de Octavio Paz; del portento narrativo de Carlos Fuentes y Fernando del Paso a la excentricidad creativa de Sergio Pitol, Salvador Elizondo, Elena Garro y Juan García Ponce; de la sabia intimidad de José Emilio Pacheco al clamor social de José Revueltas; de la ironía y el humor de Carlos Monsiváis y Jorge Ibargüengoitia al retrato feminista de Elena Poniatowska y Josefina Vicens; de la rebeldía de José Agustín y Gustavo Sáinz al desmadre de Xavier Velasco y Guillermo Fadanelli; de la reflexión histórica de Miguel León Portilla y Jean Meyer a la narrativa periodística de Fernando Benítez; de la poesía amorosa de Jaime Sabines a la vitalidad coloquial de Efraín Huerta; de la visión integral de Sergio González Rodríguez a la versatilidad de Juan Villoro y Daniel Sada; de las aspiraciones experimentales de Álvaro Enrigue, Guadalupe Nettel y Mario Bellatín a la inquietante hondura de Cristina Rivera Garza y la perspicacia crítica de Christopher Domínguez Michael; de la locura infrarrealista a la formalidad del crack; de las miradas fronterizas de Élmer Mendoza y David Toscana a la marginalidad de Yuri Herrera, Juilán Herbert o Bernardo Esquinca… Agreguen otros nombres, los que la lectura de alguna de sus obras les haya dicho algo: Manuel Payno, Guillermo Prieto, Manuel Gutiérrez Nájera, Federico Gamboa, Rosario Castellanos, Juan José Arreola, Rodolfo Usigli, Ricardo Garibay, Sergio Galindo, Mauricio Magdaleno, Luis Spota, Gabriel Zaid, Hugo Argüelles, Eraclio Zepeda, Héctor Aguilar Camín, Carlos Montemayor, Paco Taibo II, Leonardo Da Jandra, Sara Sefchovich, Ángeles Mastretta, Carmen Boullosa, Mónica Lavín, Rosa Beltrán, Valeria Luiselli, Ana Clavel, Fernanda Melchor… Los que su memoria añada. La literatura mexicana bulle bajo el volcán y su magma incendia mentes, despierta conciencias, aquieta almas, envenena corazones. ¡Viva México, cabrones!
La escritora Marisol Ceh Moo (Yucatán, 1978) se ha convertido en la primera mujer en ganar la séptima edición del Premio de Literaturas Indígenas de América Latina, por su obra Sa’Atal Maan (Pasos perdidos), novela escrita en maya-yucateco y presentada bajo el pseudónimo de Mama Uuj (Madre Luna). De acuerdo con el jurado, integrado por Yásnaya Elena Aguilar Gil, Fredy Campo Chicangana y Joel Torres Sánchez, la narración premiada realza “la intervención espiritual en las labores de la tierra, gracias a los saberes y tradiciones antiguos del universo maya”. Poeta, escritora, profesora y defensora de las lenguas indígenas de México, la obra de Ceh Moo —autora de novelas como X-Teya, u puksi’ik’al ko’olel (Teya, un corazón de mujer, la primera escrita en maya), T’ambilák men tunk’ulilo’ob (El llamado de los tunk’ules) y Chen tumeen x ch’úupen (Sólo por ser mujer)— fue seleccionada de entre 26 candidatas de ocho países: Argentina, Chile, Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, Ecuador y México. Convocado por la Universidad de Guadalajara, la Secretaría de Cultura de México, las secretarías de Educación y Cultura del gobierno de Jalisco, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, el premio, que otorga 300 mil pesos mexicanos en metálico (13.500 euros), será entregado el próximo 7 de diciembre durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Lo dice un refrán maya: Le k’iin ku chíinpolta’al bix u kuxtal wíinike’, mix bik’iin u kíimil miatsil p’ata’anto’on (Cuando los valores humanos se respetan, nunca mueren las herencias culturales).
DE IMPROVISACIONES Y FERIASA poco menos de dos meses de que arranque la trigésimo novena edición de la Feria Internacional Infantil y Juvenil (FILIJ), María Angelina Barona, titular de la Dirección General de Publicaciones (DGP), acaba de anunciar que aún no se termina de integrar el programa de actividades, que sólo le han confirmado ocho plumas internacionales y que todavía no se define el proveedor que instalará las carpas para exhibir los libros de los mil 300 sellos editoriales que ya han pagado su derecho de asistencia, dado que la licitación de julio fue declarada desierta. Se sabe que la FILIJ de este año reducirá la asistencia de niños en casi un 90 por ciento, al pasar de 42 mil escuelas inscritas en 2018 a solo mil 800 para esta edición, que se llevará a cabo del 8 al 18 de noviembre en la Ciudad de México y del 2 al 10 de noviembre en Mérida. En este contexto de precariedad, la FILIJ deberá sumar sus actividades al aniversario del Centro Nacional de las Artes (Cenart) y no ha definido cómo se apoyará a los editores que envíen libros a Mérida para que no les genere un costo excesivo. El programa completo, que se dará a conocer en octubre, solo cuenta hasta ahora con ocho autores de talla internacional, a diferencia de los casi 100 invitados que por estas fechas ya se tenían en la edición de 2018. Según ha declarado Barona el éxito de una cita de estas características “es que haya una asistencia continua” y no estriba “en función del número de asistentes”. De acuerdo con esta ilógica, si van mil todos los días, mejor que los 400 mil que asistieron el año pasado. En fin, lo curioso, por decirlo de alguna forma, es que para las visitas escolares los organizadores cuentan, además de con el Consejo Nacional de Fomento Educativo, con el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial, a quienes meten en este ajo por cuestiones de “sinergia con instituciones que tienen libros para regalar para que los niños que vayan de escuelas públicas, sobre todo de la periferia de la ciudad, puedan salir con un libro en la mano”, dijo Barona. Lo más probable, visto el panorama cultural que impera en México, es que los chavos no se lleven a sus casas El conde de Montecristo, Moby Dick, Viaje al centro de la Tierra o Robinson Crusoe, sino la ya célebre Cartilla moral, un texto escrito en 1944 por don Alfonso Reyes por encargo del entonces secretario de Educación, Jaime Torres Bodet, para promover una forma de vivir sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza, a la Patria y a la humanidad, y de la que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho un tirada millonaria que lleva regalando a todos los mexicanos con el fin de “construir una sociedad mejor”, según ha dicho el jefe del ejecutivo. El problema es que educar no es adoctrinar.
FUCHI, GUÁCALAAnte el recrudecimiento de la inseguridad en algunos estados mexicanos, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho gala de lenguaje. Lenguaje popular, claro. Por eso, para dejar claro que no aplicará el “modelo del garrotazo que convirtió al país en un cementerio”, don Andrés Manuel midió sus expresiones y, en la cima de su enfado, mandó al carajo a la delincuencia de forma muy contenida, aunque, en honor a la verdad, bastante cursi e ingenua. “No estoy diciendo que no hay problema (de seguridad), claro que hay, pero estaba peor; o sea, estaba muy difícil, ustedes lo saben; ha ido bajando (la violencia), se ha ido serenando la situación, hay menos inseguridad; ahora tenemos más problemas allá en la frontera, hay un grupo que está muy beligerante y lo estamos llamando a que le baje y que ya todos nos portemos bien. ¡Ya!, al carajo la delincuencia: fuchi, guácala; es como la corrupción: fuchi, guácala”, expresó en una de sus incontables giras. Parafraseando al presi, colguemos un cartel frente a Palacio Nacional con el lema: “¿Recortes a la cultura? ¡No! ¡Al carajo los recortes! ¡Fuchi! ¡Guácala!”
ADIÓS, MAESTRO TOLEDOHizo levitar monstruos. Soñó sexos electrizados. Creó ánimas vivientes y bestias según su naturaleza. Alumbró un universo de luz y color. Fue un hombre y un artista libre. Descanse en paz, Francisco Toledo (1940-2019).
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