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Xavier Pla: «En los Ensayos de Michel de Montaigne está todo lo que me interesa»

Xavier Pla: «En los Ensayos de Michel de Montaigne está todo lo que me interesa»

Josep Pla no fue únicamente el mayor prosista catalán moderno; también fue, sin él quererlo, el escritor más polémico. Su leyenda ha estado siempre rodeada de unas sombras que nadie, hasta el momento, ha sido capaz de disipar. La esperadísima biografía de Xavier Pla, Un corazón furtivo (Destino), por fin lo consigue.

Este martes, Xavier Pla, Premio Zenda de Ensayo 2023-2024, responde al cuestionario de Zenda.

—¿Qué libro, película, serie, disco y obra de arte salvaría en un diluvio o un incendio?

—Pueden variar, claro. Como libro, ahora escogería La escritura o la vida, de Jorge Semprún. Como serie, vacilaría entre Mad Men y Ripley. La película sería sin dudar Gran Torino, de Clint Eastwood. El disco podría ser uno de los últimos de Johnny Cash, American Recordings, o cualquiera de Bruce Springsteen. El cuadro que salvaría sería La Masia, de Joan Miró, cuando lo compró Ernest Hemingway.

—Puestos a salvar, elija una actriz, un actor, un personaje histórico y un político actual.

No me veo salvando a ningún político actual. Como actor, me ha convencido mucho últimamente Eduard Fernández como Manolo Vital en El 47 y como Enric Marco. Hace unos años vi a Núria Espert haciendo de El rey Lear en un montaje de Lluís Pasqual. No sé si es exactamente un personaje histórico, pero salvaría a Mercè Rodoreda.

—¿Qué aventura real o literaria le gustaría haber vivido?

—La del teniente Giovanni Drogo, el protagonista de El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati.

—¿Y qué recuerdo personal le gustaría que jamás se perdiera en el tiempo, como lágrimas en la lluvia?

—Georges Simenon dejó escrito que el día más importante en la vida de un hombre es el de la muerte de su padre. Pues éste.

—¿Cuál es su primer recuerdo lector?

—Soy de la generación de los primeros libros infantiles y juveniles en catalán: Rovelló, de Josep Vallverdú, El zoo d’en Pitus, de Sebastià Sorribas… y luego todo Astérix y Tintín. Después vienen Jules Verne, Enid Blyton, Agatha Christie… hasta La metamorfosis, de Kafka.

—¿Cuál es el último libro que ha leído?

—Acabo de leer El mundo interior, de Francesc Serés, y Theodoros, de Mircea Cărtărescu.

—¿Puede recomendar un libro clásico? 

—Me parece que en los Ensayos de Michel de Montaigne está todo lo que me interesa en la vida y en la literatura.

—¿Y uno actual? 

A pesar de todo y cuando está bien hecha, y si es francesa, la autoficción es un ejercicio de riesgo que da muchas satisfacciones al lector. O sea, que uno de Annie Ernaux, o de Emmanuel Carrère, o de Éric Vuillard o de Édouard Louis.

—¿Qué libro no ha podido acabar? 

El Ulysses de Joyce.

—¿Puede recitar de memoria un poema?

—Soy más de recordar versos que poemas. Y soy de los que creen que una antología de los cien mejores poemas en lengua catalana debería contar con poemas de Josep Carner y de Gabriel Ferrater a partes iguales. Últimamente, me repito estos versos del Carner de Nabí:

Home perdut en un manyoc de vies
Oh, malaventurat!
A mig camí no tens esment de què volies
Car travessem la fosquedat
Dels nostres dies
Com la sageta, dreta vers el destí ignorat.

—¿Cuál es la canción más hermosa del mundo?

—Supongo que depende del momento, del estado de ánimo y de si estás solo o acompañado. A mí, la voz del valenciano Raimon siempre me pone la piel de gallina. Me rindo ante las canciones de Paolo Conte. La voz sensual de Diana Krall me acompaña a menudo.

—¿Puede decirnos una heroína y un héroe —literarios o cinematográficos— imprescindibles?

—Prefiero los héroes o antihéroes de la vida real. Pero aún me gustan más los escritores que saben narrarlos, desde Manuel Chaves Nogales o Josep Pla hasta Anton Chéjov, Sherwood Anderson, Thomas Wolfe o Joseph Roth.

—¿Y un personaje malvado al que admire?

—Tengo dudas. No sé por qué, pero Walter White, el protagonista de Breaking Bad, me gusta.

—¿Tiene una editorial y una librería preferidas?

—Todo lo que sé del mundo editorial se lo debo a Jaume Vallcorba, desde el nombre de Aldo Manuzio hasta la corrección de las ufsálicas, el cuidado de la tipografía y la calidad del papel. Hace años, en Frankfurt, cenando en casa del editor de Surhkamp, Cristian Bourgois me dijo que Vallcorba era el mejor editor de Europa. Por lo tanto, mi editorial preferida es Quaderns Crema / Acantilado. Mi librería preferida es la Llibreria 22, de Gerona.

—¿Cuántos libros hay en su biblioteca? ¿Qué porcentaje, aproximadamente, ha leído?

—No soy un bibliófilo ni tengo libros especialmente valiosos. Me gusta leer los libros que tengo, subrayarlos, manosearlos, regalar los que ya no me interesan. La biblioteca es dinámica, se va renovando en paralelo a la vida de uno en función de las inquietudes o intereses del momento. Y de las mudanzas.

—¿Con qué libro se ha emocionado más? ¿Ha llorado tras la lectura de alguno?

—No recuerdo haber llorado nunca después de leer un libro. Pero sí me emocioné mucho leyendo Tanguy, la enorme novela del escritor franco-español Michel del Castillo, que justo acaba de morir. Me la recomendó Joan de Sagarra. Pocas veces la soledad infantil, el estupor y la desesperanza humanas ante los grandes sucesos históricos se han expresado en forma de palabras tan verdaderas y a la vez tan ásperas. Lo de un niño solo, abandonado por sus padres y por todo el mundo, resistiendo en un campo de concentración nazi, no tiene nombre.

—¿Se ha excitado alguna vez leyendo? Si es así, ¿con qué libro?

—No entiendo bien el significado de “excitarse”. Y no leo para excitarme.

—¿Cuál es el rasgo principal de su carácter?

Me gustaría pensar que es la perseverancia, y el entusiasmo. Quizá son la misma cosa.

—¿Y su principal defecto?

—Supongo que la ignorancia, entre muchas otras neurosis.

—¿Qué aprecia más de sus amigos?

—Pues que sean amigos.

—¿Cuál es su ocupación preferida?

No soy original: leer y compartir lecturas con mi mujer, conocer a gente interesante, beber buenos vinos, viajar por Italia y Grecia, también con mi mujer.

—¿Y su sueño de felicidad?

—Si es un sueño no creo que pueda realizarse.

—¿Cuál es el estado actual de su espíritu?

Satisfacción por haber terminado la biografía de Josep Pla, dentro de un equilibrio inestable.

—¿Qué detesta más?

En principio, no detesto nada ni a nadie. Pero, puesto a detestar, diría que me molestan las personas que se victimizan sin motivo aparente y que acaban siendo víctimas reales.

—¿Qué faltas le inspiran la mayor indulgencia?

—He buscado en el diccionario el significado de “indulgencia”, y me parece un concepto demasiado “eclesiástico”. Diría más bien comprensión. El lema podría ser: comprender y no juzgar.

—Ojalá que no tenga que ir nunca a una isla desierta, pero si así fuera, ¿qué libro se llevaría?

El diccionario catalán-valenciano-balear de Francesc de B. Moll. Son diez volúmenes, pero ahí está todo un mundo.

—¿Y a qué persona?

A mi mujer. Pero cabe la posibilidad de que ella no quiera, claro, sobre todo con los volúmenes del diccionario a cuestas.

—Si todas sus respuestas han sido sinceras, diga ahora una mentira.

La literatura te hace mejor persona, te consuela y te ayuda a vivir.

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