Inicio > Libros > Narrativa > “Yo quisiera yacer en la tumba de la paloma de plata”

“Yo quisiera yacer en la tumba de la paloma de plata”

“Yo quisiera yacer en la tumba de la paloma de plata”

Estos hermosos versos se mencionan en el libro de Ósipov y pertenecen a la gran poeta rusa Tsvetáyeva. Es una de las pocas muestras de lirismo que vamos a encontrar en estos relatos descarnados, críticos y sangrantes.

El libro sigue la moderna corriente de relatar la realidad circundante: autoficción, literatura testimonial, referencial, lo cual no le resta un ápice de su valor, a pesar de que Ósipov no pretenda construir un relato anclado sobre sólidos andamiajes narrativos, toda vez que se trata, Kilómetro 101, de una serie de textos de un autor que basa su literatura en su propia experiencia humana como médico en la Rusia rural, teniendo que lidiar contra el aparato burocrático de la Rusia más profunda, y esa Rusia más profunda no es una alejada de latitudes siberianas, sino que se trata de una Rusia cercana, a tan solo un centenar de kilómetros de la capital.

El Kilómetro 101 hace referencia a la distancia a la que mandaban a aquellos personajes que eran incómodos para el régimen soviético y que, en la actualidad, sigue funcionando de la misma manera con los críticos al régimen de Putin:

“Referencia a la prohibición de vivir dentro de un radio de menos de cien kilómetros de la capital y las grandes ciudades, aplicada a los presos tras cumplir su condena durante la época de la Unión Soviética.”

Además de esto, Ósipov tiene que luchar también contra la idiosincrasia rusa, dominada por el conservadurismo más atroz patrocinado por la Iglesia ortodoxa, así como con la inercia de un machismo espectacular dónde el hombre es apenas un niño grande ocupado en emborracharse a diario con vodka, y las mujeres son las eternas protectoras de sus niños, apartadas, tras su juventud, a un ostracismo en donde la vejez es la que domina sus vidas, según se nos relata en el texto, claro.

"Los desastres diarios en un escenario postsoviético, se van encadenando: un fuego que destroza una casa, un alcohólico que prende fuego a su mujer, una mujer apaleada que pretende esconder la paliza"

Además de todo este cóctel debe enfrentarse contra la corrupción burocrática, que es sistémica, y debe intentar por sus medios proveerse de medicinas y aparatos médicos gracias a la ayuda internacional, mientras el régimen está más ocupado en acabar con empleos precarios para pagar más a los médicos y luego dejarlos sin ayuda dentro de los hospitales, o en hacer colectas inútiles para construir estatuas enormes que no salvan a nadie, solo al ego de los representados.

Estos relatos de Ósipov recuerdan, de alguna manera, a aquellos relatos de la escritora rusa Anna Starobinets donde, eso sí, en clave ficticia, se acusaban también las maneras de régimen totalitario que el gobierno ruso y la iglesia ultraconservadora ortodoxa ejercen sobre la población, primando la fe, el miedo y el control político ante la ciencia, el desarrollo o la crítica, mientras el pueblo sufre las consecuencias.

Los desastres diarios, por tanto, en un escenario postsoviético, se van encadenando: un fuego que destroza una casa, un alcohólico que prende fuego a su mujer, una mujer apaleada que pretende esconder la paliza, hospitales sin contenido ni medicinas, con médicos que intentan hacer cambiar la mentalidad de un país inmenso, dónde la lealtad al régimen determina tu estatus social.

“¿Cómo puede quemarse un glucómetro si funciona a pilas? Resultó que se quemó literalmente, en un incendio provocado por un vecino borracho […]. El borracho ¡quedó hecho un pollito asado!”.

A medio camino entre un periodismo gonzo, de alta exposición, se acerca a veces al lirismo funcional de Alexiévich en la detallada crónica del declive de la civilización rusa, otrora ejemplo en lo literario, pocas veces en lo histórico.

Es por este carácter, tan contrario al de Ósipov, por lo que llega a afirmar sobre Rusia: “Se comprende por qué tenemos una vida tan repugnante y una literatura tan buena”.

“Olia ha ingresado en el hospital por envenenamiento con esencia de vinagre, con quemaduras en el esófago. […] Con anterioridad Olia intentó cortarse las venas. Tiene veintiocho años, parece que tenga quince. Vive en un piso con dos habitaciones con un marido alcohólico, un suegro alcohólico y una niña de siete años […]. Al cabo de dos meses regresa, está borracha […]. Se había hecho un corte profundo en el abdomen.”

N. es la ciudad sin nombre en donde ocurren todos estos hechos, en donde la poeta Tsvetáyeva hubiese querido ser enterrada, según se afirma aquí, mientras el machismo y el racismo contra las minorías étnicas en un país multicultural como es Rusia florecen cada día, con peleas contra los tayikos. Aquí se relata la muerte de un ciudadano tayiko con mucha crudeza y nadie parece sorprenderse del hecho en sí. Hechos de espeluznante actualidad.

Por todos estos incidentes Ósipov, como tantos otros, decide dejar el país tras la pandemia, la vacunación masiva y todas las muertes no contadas de tal tragedia, así como por la guerra de Ucrania se marcharon cientos de familias a Ereván, Tbilisi, Bakú o Astaná, a un lugar más seguro que una Rusia decadente y atroz que no sabe curar sus heridas mientras inflige otras a países hermanos.

“Nuestras almas heridas buscan la paz justamente tras unas cortinas color crema como estas, escribe Bulgákov sobre la guerra civil en Kíev”.

Crudo análisis de la realidad. Crudo canto de invierno.

“Qué cúmulo de desgracias ha ocasionado un tipo tan mediocre (nadie pronuncia su nombre) a decenas de millones de personas: a los ucranianos y a tantos rusos.”

Recuerda Putin, el innombrado, a Smerdiakov, aquel personaje tan correoso de Los hermanos Karamazov, que es capaz de echar la culpa a los otros de su brutal asesinato. Y de hacérselo creer.

Él es, en última instancia, el culpable de todos estos relatos de la decadencia.

—————————————

Autor: Maxim Ósipov. Título: Kilómetro 101. Traducción: Ricardo San Vicente. Editorial: Libros del Asteroide. Venta: Todos tus libros.

5/5 (4 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
reCaptcha Error: grecaptcha is not defined
  • Basta con estar

    /
    abril 29, 2025
    /

    Las calles que se esconden La memoria de un cronista Empiezo a leer Acercamientos naturales, el libro en el que José Luis Argüelles recupera una amplia selección de las crónicas culturales que ha venido escribiendo en las dos últimas décadas y que acaba de publicar Impronta, en el tren que me trae de vuelta a Madrid, y se va amenizando el viaje con la revisión de textos que ya había leído en su momento y el descubrimiento de otros que o bien fueron escritos en estos últimos años o bien se me habían pasado cuando vieron la luz. Decir que…

    Leer más

  • Zenda recomienda: El umbral, de Alexander Batthyány

    /
    abril 29, 2025
    /

    La propia editorial apunta, a propósito del libro: “Nuestras abuelas nunca oyeron hablar de la «lucidez terminal», aunque sabían bien de lo que hablaban. Iban a visitar a un moribundo y mientras estaban en la casa callaban, pero ya fuera comentaban entre ellas: «Hoy le he visto muy animado, y volvía a acordarse de todo, ay, no creo que pase de mañana…». Y así era. La lucidez terminal es un fenómeno relativamente frecuente que la ciencia ortodoxa ignora y que aun así forma parte de nuestra experiencia ancestral y del día a día de enfermeras y cuidadores. Según todos ellos,…

    Leer más

  • Casablanca o el cine como testimonio, por Francisco Ayala

    /
    abril 29, 2025
    /

    El novelista y ensayista granadino llevó con frecuencia sus reflexiones a la prensa. En este caso, desde el exilio en Latinoamérica, escribe un artículo sobre los valores políticos de la película Casablanca, hoy convertida en clásico, pero que en aquel momento sólo hacía un año que se había estrenado. Sección coordinada por Juan Carlos Laviana. ****** Pero a quien le interese no tanto juzgar de la eficacia de la propaganda como de la calidad de los testimonios que suministra —prescindamos aquí de todo juicio estético, no susceptible de generalizaciones ni, por lo tanto, aplicable en bloque a una multitud de obras…

    Leer más

  • La autoficción engaña

    /
    abril 29, 2025
    /

    La creación literaria siempre bebe de lo vivido. La poesía es un buen ejemplo de ello. Pero el asunto es que cuando uno se imbrica en la narración, se puede entremezclar lo autobiográfico. Para que la autoficción funcione, las dosis combinadas de lo vivido y lo autobiográfico deben estar bien compensadas. En buena medida, debe respirar algo poético, siempre y cuando consideremos que la memoria es poesía. Marina Saura se vale de viejas fotografías para poner en marcha los resortes de la memoria, con lo que este libro se centra en diversos momentos no hilados, salvo por la voz que…

    Leer más