Sábado en Zenda. Sábado de clásicos y contemporáneos. Sábado, en este caso, de La mujer justa, una de las grandes novelas del escritor húngaro Sándor Márai (Kassa, Hungría; hoy Košice, Eslovaquia, 1900 – San Diego, California, 1989), publicada originalmente en dos tiempos: sus dos primeras partes aparecieron en 1941, mientras que la tercera se publicó en 1949 durante el exilio italiano de Márai. Recuperada ahora, con la traducción al español de Agnes Csomos Gorskova para el sello editorial DeBolsillo, La mujer justa encarna de manera extraordinaria la pericia de Márai a la hora de comprender los matices de la psicología de sus personajes, así como su relación con un contexto siempre violento y cambiante.
Una tarde, en una elegante cafetería de Budapest, una mujer relata a su amiga cómo un día, a raíz de un banal incidente, descubrió que su marido estaba entregado en cuerpo y alma a un amor secreto que lo consumía, y luego su vano intento por reconquistarlo. En la misma ciudad, una noche, el hombre que fue su marido confiesa a un amigo cómo dejó a su esposa por la mujer que deseaba desde años atrás, para después de casarse con ella perderla para siempre. Al alba, en una pequeña pensión romana, una mujer cuenta a su amante cómo ella, de origen humilde, se había casado con un hombre rico, pero el matrimonio había sucumbido al resentimiento y la venganza.
Cual marionetas sin derecho a ejercer su voluntad, Marika, Péter y Judit narran su fallida relación con el crudo realismo de quien considera la felicidad un estado elusivo e inalcanzable.
Márai inició su carrera literaria como poeta y ese aliento pervive en La mujer justa. En esta novela están sus páginas más íntimas y desgarradas, las más sabias. Su descripción del amor, la amistad, el sexo, los celos, la soledad, el deseo y la muerte apuntan directamente al centro del alma humana”.
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Autor: Sándor Márai. Traducción: Agnes Csomos Gorskova. Título: La mujer justa. Editorial: DeBolsillo. Venta: Todos tus libros.
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Casas de Frank Kafka en Praga
/marzo 14, 2025/Las paredes de las casas, después de los años, empiezan a soltar escamas. Tal vez pertenecientes a nuestra piel, o a la de aquellos que las habitaron previamente. Utilizamos la casa para satisfacer nuestra existencia y, entre sus puertas, todavía la corriente lleva el rastro de nuestro olor. Viene de esas partículas que han ido anidando, sin nosotros saberlo, tal vez en los huecos diminutos sellados después por capas de barniz y que la reforma de una vivienda suele liberar.
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La luna de la tarde
/marzo 14, 2025/Es una luna antigua, de esférica palidez, que flota en los añiles de un cielo que no sabe si es o no el final del invierno. No lo sabe pero lo está deglutiendo en su estómago invisible. Hay fajas de nubes grises. Hacia ellas ha volado el regreso de las grullas, bocina triangular multiplicada en garabatos de magnética elegancia que van escribiendo en el cielo un alfabeto que solo ellas saben descifrar. Se alternan las que capitanean el vuelo, se relevan como escribas obsesivas del destino hasta que desaparecen en el horizonte. La luna antigua vigila los pájaros del páramo….
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Nuestro lugar en el mundo
/marzo 14, 2025/Remaury mezcla realidad y ficción y se adentra por un recorrido que comienza con Félix Régnault y el descubrimiento de las manos pintadas al cielo en la cueva de Gargas que pasaron del escepticismo a la comprensión de que el hombre antiguo tenía unas inquietudes mucho más elevadas que la mera supervivencia. Incluso había un hilo común con él gracias a lo que hoy conocemos como miedo. Comienza así un camino en el que esos hombre de las cavernas, residentes de un mundo mucho más limitado que el nuestro, comparten raíces con leyendas y monstruos humanos y miraban al cielo…
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/marzo 14, 2025/Wolfgang (Extraordinario) es, en su variedad “niño superdotado”, sin duda una de esas películas. Y también un testimonio de que su director, Javier Ruiz Caldera (Promoción Fantasma, Anacleto), es capaz de modular su discurso cómico hacia territorios no exactamente más ambiciosos, pero sí quizá capaces de dirigirle hacia otras puertas, otras oportunidades narrativas al margen de films como Super López. No puede ser casualidad la gran broma interna del film, en una de sus afortunadas derivas “meta cinematográficas”, se produzca en torno a la figura de Juan José Bayona, “Jota”, del cual Caldera parece tomar como modelo su incuestionable habilidad…
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