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Panes y metas volantes, de Juan Gómez-Jurado

Panes y metas volantes, de Juan Gómez-Jurado

La España actual y la España de los próximos años conviven en Cartas a una reinaun libro colectivo que reúne las misivas que 35 autores, de diversos ámbitos y sensibilidades (tanto monárquicos como republicanos y nacionalistas), han escrito a la princesa Leonor. Esta obra de Zenda, patrocinada por Iberdrola, es una edición no venal que se puede descargar de forma gratuita en esta página. 

A continuación reproducimos la carta escrita por Juan Gómez-Jurado, que lleva por título «Panes y metas volantes».

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Permítame que en lugar de a usted, cada vez más cerca de lo adulto, me dirija a la niña que fue:

No creo que le descubra nada si le digo que el día que usted, el tierno bebé al que yo escribo, nació, nacía a la vez en la misma cuna una institución.

No me puedo imaginar cómo es nacer con un pan como el suyo bajo el regio brazo. Un pan que muchos de los demás piensan que es pan de oro pero que viene preñado de expectativas, obligaciones, destinos marcados y educación dirigida. De ojos que van al pan para que no se pase de duro, para que no se ralle, para que no se enrancie. Un pan que irá fermentado en miramientos a sabiendas de que es pan para exponer, por su condición, en un eterno escaparate.

"Nace ese bebé en condición de mujer en un mundo en el que ser mujer empieza, para bien, a cambiar su significado"

No me cabe más dulzura cuando me pongo a pensar en ese bebé que era usted hace aún poco tiempo. En ese momento en que ya tiene usted todas las indudables ventajas pero en el que, tozudamente, se van amasando también las obligaciones. Uno sabe, por bendición y por condena, lo que es sacar un libro sobre el que están puestos tantos prejuicios ajenos que ha de hacerse inevitablemente a la idea de que no podrá satisfacer a todos. Quizá de ahí, de la empatía y la coincidencia aún lejana, me nace la ternura y la comprensión. Si todos somos hijos del entorno en que nacemos, los demás, al menos, tenemos la posibilidad de mejorarlo o, lo que es aún mejor, de estropearlo.

Nace ese bebé en condición de mujer en un mundo en el que ser mujer empieza, para bien, a cambiar su significado. Aquel que ha sido el común tanto tiempo. Un mundo en el que los roles han roto su rutina y andan buscando su nueva condición que, esperemos, sea más cercana a la justicia. Nace también en un mundo híperconectado donde los secretos son cada vez menos y las miradas más inquisidoramente cercanas. Nace en un mundo en que reinar es también una condición mutante que se esfuerza en adaptarse, como todos, a esta velocidad frenética que convierte a las verdades eternas en pesadas losas para la mayoría hambrienta de novedad.

"Me apetece decirle, por si aún no ha visto El Ángel Ebrio del bendito Akira, que los errores, como los fracasos, son sólo metas volantes"

Leo en algún sitio que su madre se ha preocupado de que esa niña vea películas de Kurosawa a una edad que muchos dirían que no es la adecuada, como si hubiera edades adecuadas para algo. Y entiendo lo que ella, su madre, está haciendo con ello. Porque ver a Kurosawa, como ver a Shakespeare, como leer a Cervantes, es ver la esencia del ser humano. Es darle la posibilidad de quitarse a ratos el pesado pan de mármol de debajo del brazo para entender muchas de esas cosas que su condición de nacimiento podrían impedirle comprender. Veo también que todos se preocupan de otorgarle una aguja de punto que le permita explotar su burbuja primigenia, la veo salir con amigas, hacer vida social más allá de la sociedad. Todo eso me hace sonreír pensando en el bebé al que escribo esta carta.

Aun así no puedo evitar pensar en los muchos ojos que esperan agazapados a asistir a su primer fallo y me apetece decirle, por si aún no ha visto El Ángel Ebrio del bendito Akira, que los errores, como los fracasos, son sólo metas volantes de un camino que acaba únicamente como yo, que ahora tengo ventaja de edad sobre usted, alcanzaré muchísimos años antes que usted cuando se convierta en desventaja.

Probablemente eso sea lo que menos le envidio. Sus errores, los humanos, los que todos cometemos, no van a ser suyos del todo, los usarán unos para su beneficio y otros para tratar de enmendarlos en su nombre. Sin permitirle, ya ve, la gloriosa posibilidad de aprender de ellos. Me da, en lo que veo desde muy lejos, que tiene usted una familia dispuesta a dejarla equivocarse. Hágalo mientras pueda, porque los que pertenecemos al reino del ensayo y error, de soplar en la herida, de las tiritas para el corazón y las ideas heridas, también seremos ciudadanos del suyo si llega usted a reinar.

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Cartas a una reina es la octava colaboración entre nuestra web literaria e Iberdrola, después del gran recibimiento de los anteriores volúmenes: Bajo dos banderas (2018), Hombres (y algunas mujeres) (2019), Heroínas (2020), 2030 (2021), Historias del camino (2022), Europa, ¿otoño o primavera? (2023) y Las luces de la memoria (2023).

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